Las fiestas de fin de año, con
la clausura del cole incluida como parte del periodo de cierre anual, han
terminado. Comenzamos un nuevo año en celebraciones compartidas con familiares
y amigos, entre alegrías y tristezas, ya sea que estas últimas provengan de
nuestro entorno inmediato o surjan de la dolorosa conciencia de ser peruanos en
un país que está desangrándose en este momento (hoy, 15 de enero).
Usualmente, muchos de nosotros
aprovechamos el fin de año y el inicio de un año nuevo para hacer un listado de
buenos propósitos. Tras la evaluación de lo vivido, nos proponemos ajustes o
nuevas actividades, retos y metas para el año que se inicia.
Hacer algún ejercicio físico, caminar más o montar bicicleta con
regularidad, ejercitarnos en yoga o meditación que tantas veces postergamos
(mindfulness, que le llaman ahora), comer sano
eliminando al temible “pepe” (P de panes y otra p de postres y dulces). Desarrollarnos
como personas y como trabajadores (profesionales o no), siguiendo algún curso,
diplomado o maestría, si contamos con los recursos para hacerlo. Al menos hacer
sudokus o crucigramas para mantener la mente activa. Encontrar una pasión a la
que dedicarle tiempo libre si lo hubiera. Disciplinarnos mejor en el
cumplimiento de horarios para superar las carencias de tiempo para la familia y
los amigos, dedicándoles más atención a nuestras hijas e hijos, a la pareja y a
nuestros padres o amistades, según sea el caso. Todos estos son ejemplos de
buenos propósitos.
Cada persona quisiera, todos nosotros quisiéramos, mejorar en varios aspectos nuestro desempeño anterior y el tránsito de un año a otro es una muy buena oportunidad para plantearnos los ajustes o programar las mejoras a realizar. Unos podrán usar una agenda o un planificador de escritorio (esos enormes con los meses para recordar lo importante o lo que se hayan propuesto). Otros, más modernos, usarán su agenda electrónica con alarmas para recordar fechas y situaciones.
Desde estas páginas, les tenemos una sugerencia muy acorde con la propuesta pedagógica del Colegio La Casa de Cartón, que es la siguiente. ¿Y si aprovechamos el inicio del año para realizar una asamblea familiar donde cada miembro de la familia llegue con su autoevaluación en mano? ¿Qué es lo mejor que tengo como persona y cuál es mi mayor aporte en esta familia a la que pertenezco? ¿Qué aspectos puedo mejorar o cuáles características podrían hacerle un daño a mis seres queridos, con quienes vivo? Cada familia es libre de matizar y de enriquecer esta sugerencia con las preguntas que cada integrante del clan deba llegar a la reunión familiar. Ya en la asamblea de familia, frente a lo que cada miembro comparte de acuerdo a turnos establecidos con un juego que ustedes inventen o que conozcan de antes, los demás le hacen conocer su opinión, con lo que se estaría en una heteroevaluación. Al finalizar las rondas donde cada miembro de la familia ha compartido su autoevaluación y se ha nutrido con la heteroevaluación de los demás, se establecen los acuerdos grupales. ¿A qué se compromete cada persona y cada cuanto tiempo se revisarán dichos acuerdos? Se nombra un secretario para formalizar en un acta o en un papelote los retos personales a fin de recordarlos constantemente. Todo este proceso puede ser diferido en dos sesiones o más si así lo requiere y muy saturado de juegos o aspectos lúdicos cada vez que termina uno de los integrantes del grupo familiar, para hacer muy amena la o las sesión/sesiones.
En una reunión adicional, menos lúdica quizás pero con recursos activos tipo los que usan en el cole para la indagación científica o para analizar las noticias, sería recomendable tratar de entender con fuentes provenientes de los dos bandos, ¿qué está pasando en el Perú, hoy? Esclarecer el “por qué” de los enfrentamientos, precisar las demandas de la población, sopesar la declarada no comprensión y hasta negligencia en algunos casos de las autoridades, establecer la infiltración o no de grupos de extrema izquierda o derecha que incitan a la policía a disparar, así como tener un consenso familiar sobre si se justifica o no el que tengamos 49 personas asesinadas el día de hoy, y si esto permitirá a las familias ubicarse como parte de la sociedad en su conjunto y cómo participar como familias dentro del proyecto nacional.
¿Qué podemos hacer como familias y como colectivo ante lo que viene ocurriendo? Como miembros de la comunidad educativa de La Casa de Cartón, nos es necesario enmarcar nuestros propósitos y mejoras para el 2023, en el contexto nacional desde una óptica solidaria, libre, creativa y buscadora de verdad para seguir forjando estudiantes, que pronto serán ciudadanos, lúcidos, democráticos y ecológicamente conscientes, en concordancia a la justicia social, los valores y actitudes positivas que promueve el colegio desde su fundación.
La situación actual demanda que dejemos de observar pasivamente lo que ocurre y que formemos conciencia sobre el uso abusivo de la represión y las armas de fuego contra los manifestantes. ¿Qué podemos hacer cada un@, cada familia y como institución educativa? Busquemos, por favor, respuestas a este gran reto que se nos ha presentado. ¿Sería oportuno hacer un pronunciamiento institucional?
Fuerte abrazo a tod@s.
Carlos
Ureña Gayoso
Integrante de EDUCALTER
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