lunes, 15 de mayo de 2023

¿Son inteligentes los animales?

Durante siglos, los seres humanos hemos tipificado como no inteligentes o minimizado las habilidades adaptativas, las facultades para aprender y para procesar información de los animales (1). Salvo en aspectos alimenticios, de vestimenta y otros usos prácticos, cuyos aportes han sido bien considerados, los animales fueron seres tipo “objeto” que existían para sacarles provecho y punto. La excepción vino de parte de los grandes inventores, descubridores e investigadores del mundo animal, quienes tras observar minuciosamente alguna habilidad o comportamiento animal peculiar, sacaban lección de ello y aplicaban alguna de esas competencias o conductas en la creación de artefactos, en la obtención de insumos para mejorar el bienestar humano o en generar filosofías y estilos de vida de pleno respeto a la biodiversidad basada en la interdependencia existencial de todas las especies planetarias.

 

Los sapiens nos hemos creído “la cerecita del helado” o “el último vaso de agua del desierto” (2). Ciertas religiones o filosofías han instalado en el imaginario o inconsciente colectivo que la especie humana es lo más perfecto e inteligente que deambula por el planeta Tierra. Pero, contra estas ideas humano-centristas o –simplemente- egocéntricas, los animales aportan por lo menos dos enseñanzas fundamentales. Veamos.

1.      No se conoce a ninguna especie animal –salvo el autodenominado sapiens o humano- capaz de hacer daño adrede a un ser de su misma especie. No se presentan casos de sadismo, tortura o venganza. Y…

2.      Ninguna especie animal depreda su medio ambiente, o a los seres de la cadena alimenticia o trófica que requiere para vivir, al punto de ponerlo en riesgo de extinción.

Estas dos características y los estudios que se vienen realizando a lo largo del último siglo, especialmente los etólogos o investigadores de la conducta animal, nos indican y defienden el hecho de que los animales son inteligentes.

Si la inteligencia es (o puede ser) concebida, tal cual expresáramos en los artículos anteriores de este blog, como “un conjunto de habilidades cognitivas, (emocionales le añadiríamos) y conductuales que permiten la adaptación eficiente al ambiente físico y social”, entonces los animales también son inteligentes (3).


 

Otra vez y al estilo de Gardner y sus inteligencias múltiples, es necesario afirmar que son inteligencias diferenciadas y diferentes. Que no es lo mismo el tipo de relaciones, comunicación y nivel de logros que obtienen los delfines al que alcanzan los elefantes o los grandes simios o los perros. Incluso, ya no se discute la inteligencia de las hormigas o de las abejas, dejando de lado a los mamíferos para mirar de cerca a los insectos. Los peces y las aves también cuentan con dispositivos instintivos para la supervivencia individual y grupal, aunque no sean capaces de innovar respecto a sus condicionamientos o de crear nuevas condiciones, vienen adaptándose a los cambios introducidos por el ser humano a todo nivel. En síntesis, parece ser que todas las especies sobre la Tierra, son capaces de adaptarse al entorno y brindar protección y suministros a sus crías, realizando las adecuaciones necesarias para coexistir en equilibrio así como acomodándose y adaptándose cuando las exigencias lo requieren.

Es preciso reconocer el salto cualitativo que supone la inteligencia humana frente a las inteligencias de las distintas especies animales, pero también sería sabio reconocer la interdependencia de todas las especies que se necesitan e interactúan cautelosamente en la biodiversidad planetaria, siendo el menos cauto y el mayor depredador-destructor aquel que se autoproclama “sabio”, es decir, nosotros los (dizque) sapiens.

Desde el blog del colegio les proponemos una búsqueda activa, dentro de los proyectos o cursos que así lo favorezcan, de información sobre cuan inteligentes son los animales y cuan requeridas son las muestras de afecto y comunicación o uso de instrumentos o herramientas para definir si se es o no inteligente. Los videos sobre animales que se relacionan entre sí con evidentes muestras de cariño a pesar de ser de especies diferentes o aquellos que presentan los abrazos entre humanos y todo tipo de “bestias” (así se les decía equivocadamente), nos inducirían a repensar viejos paradigmas hoy obsoletos.

 

Bastaría con poner un solo ejemplo que abarque la experiencia de muchos de nosotros: todos aquellos que tenemos una mascota en casa, ¿no decimos y compartimos la idea de que a nuestro(a) perrito(a) solo le falta hablar? ¿Eso no es indicador de lo admirables e inteligentes que son?

A mediados del siglo pasado se inició un fuerte movimiento para erradicar el sufrimiento animal, dados los excesos cometidos en las investigaciones “científicas” así como en la elaboración masiva de productos agropecuarios. La ética incluyó a los animales en la defensa de los derechos de todas las especies vivientes, con miras a la superación de una manera de pensar y actuar que viene poniendo en jaque –demasiado cerca del mate- a la humanidad y a toda la biodiversidad planetaria (4).

¿Qué podemos hacer desde la escuela y las familias para contrarrestar estas tendencias? ¿Somos capaces de percibir su sufrimiento y de observar la transparencia con la que expresan sus emociones?  ¿Consideramos inteligentes a los animales?


 

Los motivamos a buscar respuestas en la amplia gama de posibilidades que ofrece internet para indagar por estos temas y así, redescubrir que todos los seres vivos –y hasta Gaia para algunos- sienten, “piensan” o aprenden y procesan información, se adaptan y sobreviven gracias a sus diferentes inteligencias.  

Fuerte abrazo a cada un@ y hasta pronto.

 

                                                                                     Carlos Ureña Gayoso

                    Integrante de EDUCALTER

 

 

(1)    Nos ha sido sumamente revelador el artículo de José Javier Campos Bueno (2004), “La evolución de la inteligencia”, publicado por la Universidad Complutense de Madrid, donde revisa las nociones de inteligencia que hemos venido presentando en artículos anteriores del blog del colegio, y va estudiando la conveniencia y solvencia al aplicarlos a la vida animal. En su trabajo de investigación propone tres característica de la inteligencia muy sólidas y sustentables: la habilidad de adaptación, la capacidad de aprender, así como la de procesar la información aprendida. Menciona a los grandes estudiosos de la vida animal: Darwin (1872), Romanes (1882), Mackintosh (1994), Pearce (1997), Lorenz (1971), entre otros, para ir discutiendo la factibilidad o no de diferentes modelos conceptuales en la comprensión de las inteligencias animales.

Campos Bueno, José Javier (2004), La evolución de la inteligencia. In Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Comunidad de Madrid, Museo Arqueológico Regional, Madrid, pp. 102-119. ISBN 84-451-2655-5

Fuente: https://eprints.ucm.es/id/eprint/11648/1/103_LA_EVOLUCION_inteligencia.pdf

Les transcribimos el resumen del estudio de Campos, para motivar al lector a buscar el enlace y leerlo completo (*).

 

(2)    El dicho criollo original alude a ser o sentirse “la última coca cola del desierto”. Esa alegoría se implantó en el imaginario popular cuando coca cola era “la chispa de la vida”. Hoy sabemos, existe amplia información científica que lo refrenda, que la gaseosa en cuestión se encuentra más cerca de ser la chispa de la muerte que de la vida, por los dañinos componentes que contiene y el impacto negativo sobre el medio ambiente que produce su fabricación.

 

(3)    Ver los artículos de marzo y abril del 2023 del Blog del Colegio La Casa de Cartón.



(4)    Es por todos conocido, y en internet se puede acceder fácilmente a la información publicada en las páginas web de estas instituciones, que las más serias organizaciones del mundo vienen defendiendo los derechos de los animales y la biodiversidad planetaria por lo que son en sí mismos de importantes y porque su defensa implica la sostenibilidad de nuestro estilo de vida, que tendrá que cambiar si deseamos contar con una perspectiva mayor a cien años vista. Entre los grandes defensores se encuentran, entre muchos otros:

-          El Fondo Mundial para la Naturaleza o World Wildlife Fundation (WWF), que se dedica a la conservación de la vida salvaje y de la naturaleza en torno a ella.

-          La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN o IUCN), que es muy reconocida por llevar la Lista Roja que sirve de alerta para ubicar a las especies en mayor riesgo de extinción. 

-          La National Geographic, que difunde con audiovisuales e imágenes el respeto irrestricto a la naturaleza y que ha clasificado a las 14 especies más inteligentes, si eso es posible.

-          El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA o UNEP en inglés).  

-          El movimiento de defensa de los animales “El Gran Simio” de 1993, liderado por Peter Singer, filósofo australiano creador de la Ética y Liberación Animal desde 1975, y Paula Cavalieri, directora de la Revista Etica&Animali. Movimiento, entre otros muchos, que ha aglutinado a personalidades de todos los dominios científicos (etólogos, sociobiólogos, filósofos, antropólogos, juristas, psicólogos), además de políticos y todo tipo de organizaciones y particulares que proponen una visión de respeto irrestricto a la ecología planetaria, a la diversidad biológica y natural en defensa de la vida animal y la naturaleza, incluyendo a los grandes simios, por supuesto, y basada en la Declaración de los Derechos de los Animales de la UNESCO (1977). Estos movimientos han continuado generalizándose en el siglo XXI y son la base del “movimiento verde” en que hoy se depositan las esperanzas de ver un mundo sostenible y ecológicamente viable para todos.  

(*) Resumen de “La evolución de la inteligencia”, de J.J. Campos:

El estudio de la inteligencia animal tiene una historia larga. Desde que Darwin publicara el Origen de las Especies los científicos han estado interesados en comparar la inteligencia humana con la animal. Hoy disponemos de abundantes pruebas de que la idea de un continuo de inteligencia evolucionando desde las formas más simples de vida hasta llega a los primates y los humanos es claramente errónea.

La inteligencia es un concepto resbaladizo y no puede ser considerada como un proceso único y unitario; es más exacto considerarla como un conjunto de habilidades y capacidades que permiten a los animales vivir y adaptarse a sus nichos ecológicos. Algunas de estas habilidades se encuentran ampliamente distribuidas entre los vertebrados. Otras destrezas están peor distribuidas, poco importa si el animal es mamífero o ave –para poseerla o no– ya que son desarrollos específicos para afrontar los retos de un determinado hábitat. Un animal puede adaptarse a su ambiente físico si tiene capacidad para conocer cómo se producen los cambios en su nicho ecológico y posee la habilidad de modificar con su comportamiento dicho mundo natural.

Además, en el caso de los animales sociales moverse en su mundo implica no sólo entender y afrontar los fenómenos naturales o el trato con predadores; aquí la tarea se amplía al mundo social de los congéneres. Por esta razón han evolucionado capacidades como la de observar, o imitar, el aprendizaje social, la inteligencia emocional; o habilidades como ponerse en el lugar del otro o entender lo que piensa, o la capacidad de comunicación o del lenguaje.

La inteligencia social se basa en la comprensión de los fenómenos emocionales que surgen en el mundo social. La inteligencia ha sido caracterizada como una capacidad de los animales para adaptarse a su nicho ecológico, o también como una habilidad para aprender. No obstante, la característica más notable de la inteligencia es, ante todo, la capacidad de procesar información.

Desde esta perspectiva observamos que el nuevo “colectivo de mentes humanas” almacena y transmite información no sólo por medio del cerebro o del genoma sino que también posee la libertad de almacenar y utilizar información extrasomática. ¿Puede ser considerada esta estrategia tan innovadora un salto crucial en la historia de la evolución?