Usualmente, se realizan cuatro grandes eventos anuales, donde se espera la presencia de la comunidad educativa en pleno: la primera reunión de familias (antes del inicio de clases, fines de febrero o inicios de marzo), la minka escolar (en abril), la celebración del aniversario del colegio (en agosto); y la ceremonia de clausura del año lectivo (en diciembre).
Niños y familiares observando el ritual de Pago a la Tierra con el que suele comenzar la Minka |
La minka del Colegio La Casa de Cartón es una fiesta de trabajo compartido. Las autoridades escolares y los docentes establecen una agenda de acciones necesarias para mejorar algún aspecto del ciclo, del salón de sus hijos o del colegio en su totalidad: pintar o barnizar paredes, carpetas o el muro perimétrico, limpiar la huerta, resanar el mobiliario, contribuir a la decoración del aula o de la escuela, por poner algunos ejemplos. También puede haber talleres de capacitación en áreas de interés para las familias: alimentación saludable, fabricación de objetos útiles con material reciclado, visitas a los Pantanos de Villa para pintar las aves observadas al regresar a la escuela o para ver algún video y reflexionar sobre su importancia en la vida de las aves migratorias, entre otros talleres. Los familiares y sus hijas e hijos van conformando los equipos de trabajo o integrando los grupos para los talleres y proceden a realizar las actividades requeridas.
Mientras tanto, los estudiantes de quinto de secundaria, que conforman la promoción, con el apoyo de sus parientes, preparan los alimentos y bebidas que permitirán brindar las fuerzas para empezar el trabajo, en el caso de los que desayunan en el colegio; o reparar las energías de los participantes y generar un momento de descanso compartido, a la hora del almuerzo.
Las autoridades del colegio convocan a los asistentes en dos momentos clave: al inicio, para organizar las actividades del día y celebrar el pago a la tierra; y hacia el final del evento, para compartir entre todos los resultados alcanzados.
Minka y ayni en la vida comunitaria ancestral y actual
La minka de La Casa de Cartón busca, asimismo, recuperar las antiguas tradiciones comunitarias de nuestros ancestros, donde el trabajo compartido, la solidaridad y la gratitud encontraban cauces concretos para expresarse.
La minka era, y todavía es, el trabajo colectivo que se realizaba y realiza para asuntos colectivos en las comunidades campesinas, donde participan todos los integrantes de la misma. El ayni es, análogamente, el trabajo comunitario pero dirigido a una familia en particular. Minka y ayni representan una modalidad de relación reciproca donde todos se ayudan entre todos. Las leyes de reciprocidad e intercambio que contienen, configuraron y configuran la solidaridad comunitaria de los pueblos ancestrales y rurales del Perú. Viene a ser el equivalente de lo que nos enseña ese tradicional cuento de la “Sopa de piedra”, donde la persona que no tiene más que la olla sin nada qué cocinar, pasa casa por casa pidiendo una colaboración y los demás, van aportando una cebolla por ahí, una zanahoria por allá, hasta que se prepara y sirve, para todos los colaboradores, una exquisita sopa con variados vegetales.
Los ciudadanos andinos y amazónicos, desde antes del Tahuantinsuyo hasta nuestros días, mantienen vigentes las leyes de reciprocidad contenidas en el ayni y la minka o minga. |
Minka y ayni constituyen modalidades de trabajo dentro de la organización económica de las comunidades rurales andinas y amazónicas. “Si yo no ayudo, nadie me ayuda y si nadie me ayuda no puedo vivir. La comunidad me necesita y yo necesito a la comunidad”; vendría a ser la idea de fondo, de tipo económico, que se encuentra en el sustento de ambos tipos de trabajo. Pareciera romántica a nuestros ojos, pero es un estilo íntimamente ligado a la supervivencia.
Para profundizar un poco más en estos conceptos, haga click aquí y accederá al documento “Organización económica inca: minka, ayni y mita”, tomada de la página historiacultural.com.
Los valores que se evidencian en las minkas, ya sean las ancestrales, las actuales en las comunidades campesinas o las escolares, son, a saber: la solidaridad (valor supremo del colegio), la reciprocidad, la cooperación mutua, la ayuda multilateral entre personas o grupos de personas, el sentimiento de pertenencia a una colectividad; el vislumbrar lo particular dentro de una comunidad, así como el visualizar el impacto de valores colectivos en cada persona en particular. Incluso hay quienes plantean que la espiritualidad andina se enaltece con la práctica de la minka y el ayni dado que significa anteponer las necesidades colectivas o de otros, antes que los intereses personales. Ese desprendimiento dignifica a la persona y se plasma en un servicio útil y desinteresado . Sin embargo, insistimos que es una estrategia de supervivencia, ya que las personas y las autoridades, ya sea en la minka familiar o en la comunitaria, se apoyan mutuamente en actividades que no pueden realizar individualmente o en grupos pequeños.
Vigencia de la Solidaridad
Durante la reciente “Emergencia Nacional”, causada por el desborde de ríos y generación de huaycos en distintos lugares de nuestra patria, especialmente en la costa norte y centro del país, y que ahora se extiende a la selva peruana, cabe resaltar, el resurgimiento espontáneo y generoso de la solidaridad como fuente de apoyo entre las personas y grupos, así como de los sentimientos de unión y cooperación mutua para reconstruir las zonas afectadas.
Sobre los desastres que todos hemos visto por la televisión o internet y que, por desgracia, algunos de nuestros familiares, amigos o compañeros de trabajo, han vivido directamente, siendo parte de los damnificados por la cercanía de sus viviendas a los ríos y zonas vulnerables inundadas, se han escrito muchos artículos o se han presentado diversos reportajes con testimonios e imágenes atroces de la destrucción causada por la naturaleza desbordada y por la mala ubicación de viviendas en zonas por donde discurre el agua cuando hay exceso, aunque pasen años sin que se activen estos cauces.
La unión hace la fuerza: Solidaridad en acción. Pobladores y policías ayudándose a cruzar calles totalmente anegadas, por el desborde del río Huaycoloro en Huachipa. (Foto: La República) |
No vamos a insistir en ese aspecto del gravísimo problema recién experimentado, ni de la actuación o no de las autoridades nacionales, regionales o locales involucradas, ni de las fuerzas armadas y policiales, ni de los bomberos y defensa civil, ni de su papel en esta situación tan delicada y comprometedora. Tan solo mencionar que ha habido casos de decidida y eficiente intervención de las autoridades y de los grupos de soporte social mencionados y, en otros lugares, se les ha extrañado, por decirlo con suavidad.
Queremos enfatizar más bien, el aspecto solidario, positivo y humano dentro de este desolador escenario que hemos sufrido. Como pocas veces se ha visto, se ha movilizado toda la población para ayudar a los damnificados: mediante colectas o entrega voluntaria de tiempo y esfuerzo, la gente ha apoyado a los demás a superar o paliar el horrendo trance. Parecía incluso que el Perú se había unido, que como dicen los slogans del gobierno, el “Perú, (era/es) una sola fuerza”. Si a las manifestaciones de solidaridad les sumáramos planificación y organización, cualidades de una democracia participativa, se podría evitar que año a año, siendo éste el más intenso y grave, se repitan las mismas escenas y dificultades. Con mayor organización ciudadana y mejor planificación de las ciudades, esa sola fuerza sería mayor y estaría mejor orientada.
Nuestros ancestros edificaron sus ciudades y centros ceremoniales en los desiertos, en las laderas o en las partes altas de los cerros y montañas. Su respeto por la Pachamama, -y de ahí el Pago a la Tierra que se realiza en las minkas del colegio-, era tal, que no tocaban ninguna porción de campo útil para la agricultura o la ganadería. Nuestra así llamada civilización, hace usufructo de zonas de alto riesgo y utiliza económicamente los valles y quebradas, donde osa construir ciudades, destruyendo los campos de cultivo o pastoreo y exponiendo a los pobladores a desgracias como las que acaban de ocurrir. Los resultados son dolorosos: 106 muertos o desaparecidos, 150 mil damnificados en todo el país y 210 mil viviendas destruidas, según el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), al 04 de abril (Fuente: La República).
La solidaridad sigue vigente. Hoy más que nunca antes o tan igual. Frente a un mundo individualista, egocéntrico y hedonista, donde tener pareciera (y así se le hace creer a la gente) más importe que ser; la solidaridad, la reciprocidad, la cooperación desinteresada, el compartir vida y recursos con los demás, es la alternativa.
Entre el inicio del año escolar y la minka que ya está a puertas, el Día Mundial del Agua (22 de marzo), la Hora del Planeta (25 de marzo) y el Día Mundial de la Salud (07 de abril), nos recuerdan la enorme responsabilidad que tenemos frente a estos temas de interés universal y lo valioso que es nuestro hábitat común: el planeta Tierra y sus recursos (el agua en primer lugar), así como la fragilidad de todo el montaje humano ante la fuerza de la naturaleza y la precariedad de nuestros sistemas de vida ante la falta de agua, por mencionar el recurso más necesario.
La minka y la emergencia nacional, así como estas fechas, mundialmente celebradas, enfatizan el enorme significado y valor de la solidaridad en la vida humana y en la preservación del planeta. Actitudes solidarias favorecen la paz, la reciprocidad y la convivencia saludable.
Como dijo el Dalai Lama en torno a la salud: “Si la mente está ocupada con pensamientos positivos, es más difícil que el cuerpo enferme”.
Saludos a todos. Feliz Minka del colegio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario