En el artículo anterior vimos algunas ideas, fáciles y prácticas, para motivar a nuestras hijas e hijos hacia temas científicos. En éste, continuaremos revisando posibilidades para interesarlos en las ciencias. El gran requisito es hacerlo como jugando.
Podemos pesarnos todos en casa y pesar todos los objetos o alimentos que queramos si contamos con balanzas. Descubriremos o afirmaremos el kilo, el gramo y los miligramos como medidas de masa y unidades para pesar cualquier cosa. Al adquirir un kilo de frejoles, garbanzos o lentejas, podemos jugar a separar en 10 partes cada kilo y cada parte tendrá 100 gramos. Si esos 100 gramos los separamos en otras 10 partes, aparecerán grupos de 10 gramos y así hasta llegar al gramo.
También es factible imaginar el peso de un auto, de un avión o de un barco y establecer la tonelada como medida al tiempo que reforzamos el sistema decimal.
Podemos fabricar balanzas poniendo una tabla sobre un vértice con una bolsa de kilo a un extremo y cualquier objeto al otro. No será exacto el cálculo, pero nos permitirá jugar a las aproximaciones en relación al peso de las cosas. Lo mismo es posible hacer con las compras en tiendas: al adquirir 100, 200 gramos o medio kilo de algún producto, el queso, por ejemplo, le pedimos a nuestro hijo o hija que encuentre algo que tenga un peso semejante. Si la familia conoce de arrobas o libras, establecemos las comparaciones: ¿Cuántos kilos tiene una arroba o libra? ¿En qué países se pesa con libras y cuándo con arrobas?
Igual se puede hacer con las medidas de capacidad o volumen. Al preparar jugos, refrescos o la leche, les apoyamos a ubicar el litro y cómo 4 tazas hacen un litro. Observamos la taza medidora y vemos las equivalencias en mililitros y onzas. Si contamos con auto, averiguamos cuántos litros tiene un galón. En la terma, vemos cuántos litros de agua calienta y de ahí, podríamos establecer –de acuerdo a la edad- que un litro equivale a mil centímetros cúbicos. Si la terma calienta 40 litros de agua, entonces tenemos a nuestra disposición 40 mil centímetros cúbicos para que la familia se duche. Con los mayores vemos la relación entre el centímetro y el metro cúbicos y evaluamos la capacidad del tanque de agua de la casa o el contenido de una piscina a la que acceda la familia.
También con los mayores podemos relacionar la masa (peso) con el volumen (capacidad), mediante la noción de densidad[1]. Un litro de agua pesa un kilo, es decir, el agua tiene una densidad de 1Kg/l. La densidad mide la cantidad de masa que cabe en un volumen determinado. Se puede medir la densidad de los líquidos mediante fórmulas que conseguimos en internet. ¿Qué densidad tienen los jugos de frutas, la leche y el aceite?
Con los pequeños, es posible jugar a ¿qué pesa más: un kilo de fierro o un kilo de plumas? También es ilustrativo utilizar envases de diversas formas (alargados o muy anchos), donde verter líquidos para aprender la noción de reversibilidad: la cantidad es independiente de la forma del envase.
Otro ejercicio práctico, lúdico y esclarecedor consiste en juntar o enumerar todos los objetos de la casa que hayan sido fabricados en moldes. Lapiceros, vasos, llaves, lámparas, adornos, lap tops o computadoras, por poner unos cuantos ejemplos, han sido fabricados vaciando vidrio, cerámica, losa, plástico, vinílico, acrílico o metales diversos en moldes o matrices. Los moldes o matrices donde se vierte la materia prima que produce un objeto se diseñan mediante ecuaciones. Las ecuaciones de primer grado con una o más incógnitas se representan en los gráficos mediante una línea recta ubicada en el plano cartesiano dependiendo de los puntos que la direccionan. Las ecuaciones de segundo grado se representan mediante líneas curvas o pedazos de ellas (segmentos). Las de tercer y cuarto grados se representan mediante parábolas, elipses e hipérboles, que permiten a los diseñadores de matrices, darles las formas que desean a los moldes que servirán para fabricar objetos de múltiples aspectos y hacerlo en serie.
Al comprender la utilidad de las matrices en la elaboración de los productos que usamos constantemente en la vida diaria, el álgebra y las benditas ecuaciones cobran sentido y sentido práctico. Si una familia puede acceder a una fábrica donde se utilizan moldes, cuando terminemos de adaptarnos a esta “nueva normalidad”, la experiencia será mucho más motivadora.
La geometría y la trigonometría están evidenciadas en la arquitectura de toda la vivienda y en el diseño de casi todos los objetos domésticos. Podemos buscar líneas, cuadrados, triángulos, círculos, trapecios, rombos y demás formas geométricas en todo el ámbito de la casa. Igual es posible encontrar prismas, cubos, cilindros, pirámides y esferas. Si los objetos son muebles, camas, o electrodomésticos, tendrá más sentido y será más motivador, averiguar el perímetro, el área o el volumen para saber cuánta tela comprar para forrarlos o si ese objeto va a entrar en el lugar donde pensamos colocarlo.
Seguiremos con biología, química y física en el próximo artículo. Hasta pronto.
[1]
En los estudios más profundos, el peso no corresponde a la masa de manera
directa. Los lectores interesados en ampliar sus conocimientos pueden revisar
el artículo
“Mito o realidad: ¿Qué pesa más,
un kilo de plumas o uno de plomo?”, publicado por La Vanguardia
en:
https://www.lavanguardia.com/vida/20151114/54439825701/mito-realidad-plumas-plomo.html
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