A muchas chicas y chicos en edad
escolar se les hacen difíciles las ciencias, en
especial las matemáticas. Ahora que las circunstancias nos obligan a estar más en casa y que podemos contar con
más
tiempo para la familia, tenemos al
alcance recursos muy fáciles de utilizar para motivarlos hacia
los
temas y métodos científicos.
La curiosidad natural de las niñas y niños es el más maravilloso recurso con el
que
contamos, Solo hay que desplegarlo considerando los intereses y posibilidades de
nuestros hijos e hijas y tomar en cuenta el rápido y fácil acceso a nuestra realidad inmediata: el hogar donde vivimos y el entorno alrededor de él.
El siguiente recurso tiene que ver con nosotros como líderes de procesos de motivación y aprendizaje. Si puedo tomar esta
actividad de promover las ciencias como un juego y me divierto haciéndolo, todo va bien. Si me “pico” rápidamente, o me enterco
y me
sale
el “regañón” o el “autoritario”, mejor le dejo a
otro miembro de la familia la
oportunidad de impulsar el gusto por la biología, la matemática, la química y la física; las
ciencias naturales de antes y la
ciencia
y ambiente de ahora.
De lo contrario, se corre el
riesgo de aumentar el rechazo en
lugar de influir positivamente.
También
podemos reconocer que, de entrada, ya contamos con dos
herramientas adicionales muy prácticas para inspirarlos en temas
científicos. Una: en
el colegio les enseñan a
trabajar por proyectos, a
hacerse preguntas
sobre aspectos que se observan en la
realidad y que se quieren
conocer más a
fondo; a
justificar la importancia de un tema, a plantear hipótesis que respondan a las preguntas formuladas, a ubicar objetivos de investigación, procedimientos y plazos. Y
dos: conocemos a nuestras hijas e hijos y sabemos cuáles son
sus temas preferidos y cuáles
sus carencias, qué les gusta y qué no; ese aspecto que en el colegio llaman “partir de los
intereses, posibilidades y necesidades” de los estudiantes, y que en casa lo vemos
directamente cada día. Aprovechemos para dar una revisión al Ideario y
a la
propuesta
educativa del Colegio La Casa de Cartón.
Tomando como punto de partida los criterios y herramientas que se vienen mencionando y asumiendo como un juego, alegre, divertido y lúdico, el promover en nuestros hijos e hijas mayor gusto por asuntos científicos, podemos empezar con un recorrido turístico por el hogar, enfocándonos en las oportunidades de aprendizaje que ofrece.
Cualquier espacio de la casa sirve para mediciones de longitud y cálculos de áreas y volúmenes. Medir con centímetros y huinchas el tamaño de cosas y ambientes nos
introduce al conteo y a operaciones cada vez más sofisticadas, dependiendo de la edad del aprendiz.
Distinguir milímetros de centímetros y metros, para luego, si
salimos en
auto, medir kilómetros (¿Cuánto hay de distancia de aquí a la casa del tío, del
abuelo o del colegio?, por ejemplo). Empezamos con perímetros (medir contornos de los objetos
o ambientes), para pasar a áreas o superficies (dos dimensiones: largo
x ancho), hasta
llegar a volúmenes (tres dimensiones: largo x ancho x altura o
grosor). Podemos medir libros y cuadernos, muebles, camas y hasta los ambientes de la casa, tomando en cuenta
una, dos o tres dimensiones (perímetro, área o volumen).
Hasta las fichas de los juegos de mesa o salón tienen
medidas y, al medirlas, lo hacemos más entretenido.
También, podemos medir para hacer comparaciones matemáticas: la cama es 4 veces
mayor que la mesa de noche, por ejemplo.
Con nuestras piernas podemos establecer un patrón de medida: ¿cuántos pasos hacen un metro? O medio metro si las piernas son todavía pequeñas. Y entramos casi sin darnos cuenta, a las fracciones: ¿cuál es la mitad de…? ¿… y la tercera parte? Etcétera. Con las pizzas (perdón a los de alimentación saludable) o los queques redondos o cuadrados que preparemos, podemos profundizar en las partes de algo (y seguimos con fracciones, que al toque nos llevan a decimales).
Asimismo, podemos entrar a
geometría
al empezar a
distinguir formas: círculos,
cuadrados, triángulos y ¿cómo medirlos? ¿Qué elementos tienen? Considerar los ángulos rectos en cualquier borde de muebles simétricos o esquinas de la casa, resulta muy
vivible y sencillo de comprender. De allí a ángulos llanos (180°) o a ángulos giro (360°), a agudos (<s de 90°) y obtusos (>s de 90°), se va viendo conforme sean
mayores.
En la cocina, por ejemplo, se plasma todo el tema de las temperaturas. Lo frío en la refrigeradora y lo caliente en el horno o en el fuego o calor de las hornillas. ¿Cómo se
mide el calor o el frío?
Con termómetros. Nos medimos la temperatura corporal y
establecemos comparaciones con los grados requeridos para conservar alimentos y para congelarlos en la refri o los necesarios para cocer alimentos. El horno puede llegar a 360 grados centígrados de calor, quizás. ¿A qué temperatura estará el sol?
Y proponer más
ejemplos. Podemos pasar de ahí, a medir el clima (o mirar en los celulares o en la compu la temperatura del ambiente). ¿Por qué en invierno es más frío y en verano más cálido? Y así por el estilo, aplicar a todo cuerpo (el gato, el perro, el hámster…), objeto o
lugar
las mediciones (o simplemente calcularlas si no podemos medirlas) o leer sobre ello.
El peso y la capacidad pueden surgir y ser comprendidos también en la cocina o en otro ambiente de la casa. Igual, podemos descubrir la utilidad e importancia del álgebra y de la trigonometría en diferentes ambientes de la casa. La biología a partir de los alimentos y sus nutrientes, así como la química y la física los encontramos en múltiples objetos y lugares de nuestros hogares. Revisaremos estos aspectos en la próxima entrega. No se la pierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario