En el artículo anterior, revisamos someramente algunos cambios importantes que se vienen instalando en la mentalidad de las personas, ocasionados por la pandemia. El temor al contagio y a contagiar, con el subsecuente miedo a morir o causar daño a personas cercanas y queridas que conlleva el COVID-19, sería la perturbación que afecta con mayor intensidad la psicología de las personas en esta época de cambios por la emergencia sanitaria (1).
El miedo, una de las emociones básicas de los seres humanos, que puede llegar a ser una fobia si es exagerado, tiene diferentes niveles de intensidad. Nace de un temor o profundo respeto ante una amenaza real o fantaseada, puede incrementarse hasta hacer titubear o lentificar las reacciones de las personas con miedo, o puede manifestarse exageradamente con pánico o terror paralizando o provocando una huida desesperada, cuasi paranoica o propiamente fóbica. Los diferentes grados del miedo también se expresan en sentido inverso mediante la contra fobia, es decir, atacando y mostrando agresividad hacia el elemento amenazante o siendo indiferentes ante aquello que genera temores.
Las personas vienen reaccionando con una variada gama de respuestas ante la adversidad o peligro real que representa el SARS-COV-2 o COVID-19. Por un lado, están aquellos que se cuidan, los fóbicos digamos, y, por el otro, aquellos que se descuidan, los contra fóbicos, por así decir. Los que se cuidan pueden ser desde muy previsores, tanto que parecen seres del futuro, con una especie de escafandra tipo sobre todo, que les cubre desde la cabeza a los pies, mascarilla y protector facial, hasta personas que se cuidan lo suficiente y evitan el contagio al cumplir las recomendaciones de los especialistas en salud (mascarilla y protector facial, higiene permanente de manos, distancia social, ventilación de ambientes y evitar reuniones y zonas concurridas). Los que se descuidan o contra fóbicos, se bajan la mascarilla haciéndola protectora de papada y no de boca y nariz, llevan el protector facial en la mano sin usarlo o con la mica levantada, no les importa participar de conglomeraciones, colas sin distancia mínima o, ya en el peor de los casos, asistir a discotecas infestadas de personas o moverse en una especie de procesión multitudinaria en Polvos Azules, el Mercado Central o en Mesa Redonda por las fiestas de fin de año, tal como hemos visto en la tele.
El miedo genera inseguridad y desconfianza, lo que desgasta mucho a las personas. Encima, es preferible no mostrar afectuosidad. Ya no es época de abrazos ni de besos. Todos sabemos que el amor es el antídoto a la desconfianza y la inseguridad y, justo ahora, no es prudente expresarlos porque podríamos contagiarnos, incluso entre familiares. Esta inhibición en la expresividad afectiva es uno de los cambios más devastadores de esta época de cambios a los que debemos adaptarnos, nos guste o no.
Entre estas dos modalidades extremas de reacción ante el peligro de contagio y la desconfianza en los demás (posibles portadores del virus), que va por un lado, desde la fobia que puede desencadenar en obsesión y compulsión por la higiene, hasta la negligencia irresponsable y la soberbia del “a mí no me pasa nada”, que está detrás de la contra fobia, por el otro; se encuentran las respuestas saludables, en un término medio sereno y sensato de prevención y acatamiento de las medidas sanitarias recomendadas por los expertos en salud.
La fatiga estaba haciendo decaer algunas de las medidas preventivas o provocando la ilusión de “ya pasó”, … “volvemos a la normalidad”, pero el conocimiento público (recién en diciembre 2020) de una nueva variante o cepa del coronavirus (aparecida tres meses antes en el sureste de Inglaterra), ha recrudecido los más arraigados temores en la población mundial. El caso del Reino Unido así lo demuestra (2). Por otro lado, ya está comprobado que las personas que tuvieron el Covid 19, luego de un período de tres meses aproximadamente, se pueden volver a infectar, así que nadie parece escaparse de esa prevención continua que es prudente y solidaria para con los demás
Entonces, ¿Cómo afrontamos esta segunda ola de la pandemia que viene atacando a la humanidad? ¿Qué hacemos con el miedo, la inseguridad y la desconfianza que ocasiona este virus mutante que se vuelve más infeccioso y que desbarata las defensas que nuestro organismo elabora?
Con muchísima filosofía, sería la primera sugerencia. Las fechas de fin de año representan para un vasto sector de personas, la oportunidad de hacer un balance entre logros y retos, así como de proyectar algunos ajustes para mejorar: los famosos buenos propósitos de fin de año. Hoy más que nunca, es preciso evaluar personalmente y en familia, de qué manera nos está afectando la pandemia para encontrar mecanismos que nos afirmen en el valor, el coraje y el esfuerzo sostenido.
Conversar con nuestros seres queridos, en una asamblea familiar, sobre cómo vamos a hacer frente a esta nueva ola pandémica, nos exige sacar lo mejor de cada uno de nosotros para establecer de qué manera vamos a comprender e interpretar lo que está pasando, delinear nuestros valores, principios filosóficos, éticos y espirituales para preservar la salud física, mental, social y espiritual de todos en la familia, así como las pautas concretas de organización y espacios familiares para contrarrestar sus efectos.
Rendirnos ante la evidencia de que no tenemos control ante esta situación, aceptarla tal cual es y definir nuestra propia hoja de ruta existencial, nos permitirá tomar las mejores resoluciones para afrontarla, le da sentido al tránsito que vivimos y nos protege ante el miedo, la desconfianza y la fatiga.
Muchas cosas se pueden hacer en familia, que retan nuestra creatividad para respetar espacios individuales y para organizar actividades grupales, ya sea volviendo a antiguos juegos o inventando nuevos, así como redefiniendo responsabilidades, reordenando espacios o realizando innovaciones en ambientes y tareas. Pero hay algo que no podemos olvidar: los virus y las nuevas cepas que aparezcan son una expresión de algo que no marcha bien y que supone un cambio radical de nuestros hábitos como seres humanos frente al planeta que habitamos.
Los virus seguirán mientras sigamos con los mismos niveles de consumo de productos no reciclables, mientras nuestros hábitos alimenticios no cuestionen y se informen de los perjuicios de comer carne vacuna, mientras se siga priorizando el traslado en carros particulares, mientras se sigan vaciando en la naturaleza los residuos tóxicos de todas las industrias y fábricas humanas, es decir, todas aquellas cosas que sabemos que contribuyen al calentamiento global que modifica la configuración de la naturaleza, la altera y la va convirtiendo en un lugar menos habitable. Si no somos conscientes y responsables, individualmente, familiarmente y colectivamente de esto, es muy probable que al Covid 19 le sigan otras pandemias. No se trata de asustar con miedo fóbico, se trata de invocar e invocarnos para una actitud responsable con la tierra y de una actitud solidaria para con las nuevas generaciones.
En muchos artículos publicados en este mismo blog, se han propuesto diferentes ideas y técnicas como complemento práctico de este marco referencial filosófico que nos ayude a superar la crisis sanitaria que puede llegar a agobiarnos. Entre ellas destacamos:
· Mantener actitudes y valores positivos como la
solidaridad, la búsqueda de la verdad, la libertad (aunque respetando las
restricciones y medidas preventivas) y la creatividad, que dan lugar a una
ciudadanía democrática y medio ambiental.
· Organizar el hogar y a la familia en torno a espacios, lugares para cada cosa, orden, responsabilidades personales y grupales, así como pautas de utilización de espacios y lugares mediante horarios flexibles y negociables.
· Hacer un esquema de actividades personales y grupales de
tipo profesional, laboral y/o académico, así como pautear las distracciones,
pasatiempos, dedicación a las artes y al recreo, tanto en espacios individuales
como familiares.
· Vivir el presente, el aquí y el ahora. Una vez organizada nuestra escala de valores y nuestra casa, con responsabilidades, responsables y horarios, con tareas de tipo laboral o escolar, deportivo, artístico y recreacional, tranquilamente podemos avocarnos a vivir en el presente. Ya tenemos nuestra hoja de ruta y a seguirla se ha dicho, intentando ser plenamente conscientes de cada acto, movimiento, pensamiento y sentimiento.
Les recomendamos revisar la variedad de artículos sobre este tema que ya se han publicado en el blog del Cole, ya que el rebrote les ha devuelto su vigencia. En el próximo artículo veremos las bondades del afecto, de la comprensión y el amor en este escenario pandémico. Hasta pronto (3).
(1) Las investigaciones de expertos de varias universidades del mundo, sintetizadas en el artículo “Coronavirus: cómo el miedo a la enfermedad
covid-19 está cambiando nuestra psicología”, publicado por la BBC News Mundo (bbc.com/mundo/noticias), establecen el
miedo al contagio y a la muerte como el desencadenante de modificaciones en el
pensamiento, los sentimientos y emociones, así como en el comportamiento de las
personas en todo el mundo. Los científicos de la Universidad Católica y los de
la Universidad Cayetano Heredia en el Perú, confirman para la población peruana
las tendencias a nivel mundial (PuntoEdu PUCP y Facultad de Psicología, FAPSI
UPCH).
(2) Se recomienda revisar el artículo “Coronavirus: cómo identificar la fatiga por
pandemia y tratar de combatirla”, de Jay Maddock para la BBC
News Mundo, del 29 octubre 2020; así como varias publicaciones sobre las
mutaciones que viene mostrando el virus expuestas en esa misma fuente
(bbc.com/mundo/noticias).
(3)
Se sugiere mantener todas las medidas protocolares de
precaución ante el riesgo de contagio. La pandemia sigue, no se ha ido.
Extrememos nuestra cautela y mantengamos todas las estrategias de cuidado.
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