Al empezar un nuevo año, actualizando agendas y buenos propósitos para ser mejores personas este 2022, podríamos habernos identificado con algunos rasgos negativos que planteáramos en el artículo anterior. Si nos hemos sentido víctimas, o culpables por habernos comportado como victimarios, si nuestro mal humor y agobio por tanta incertidumbre pandémica nos ganó, estamos a tiempo de hacer algunos cambios que nos ayuden a pasar de la negatividad a la positividad.
Habíamos
visto que el primer paso para realizar cualquier cambio de actitud pasa por reconocer
que tenemos un talante negativo. El ser conscientes de lo que nos ocurre se
convierte en el punto de partida para buscar la solución. La clave radica en
rendirse y aceptar que, por ahora, somos así. Si nos rendimos completamente, la
aceptación llegará con mayor fluidez.
También
vimos que rendirnos, admitir nuestra impotencia frente al negativismo en
cualquiera de sus formas y reconocer el caos que puede causarnos reaccionar por
impulsos en lugar de elaborar respuestas, implica ser capaces de pedir ayuda. Y
si no somos muy capaces de pedirla o nuestro ego inflado no quiere mostrarse
vulnerable y desvalido, a como dé lugar es preciso que aprendamos a solicitar
apoyo. No es posible salvar las apariencias y la salud mental a la vez. Es
preferible requerir asistencia que aparentar que todo está bien, cuando no lo
está.
Tras
rendirnos, admitir y aceptar que tenemos un reto por delante, conviene llegar a
creer en fuerzas superiores a nosotros mismos, adoptar una filosofía de vida, así como definir un sistema de
creencias que nos ayuden contra la negatividad. Los valores del Ideario, entre
muchas otras opciones, fueron sugeridas como elemento de apoyo en la transición
a lo positivo.
Además de
reconocer y aceptar que tenemos un reto que vencer, admitimos y visualizamos
con la mayor claridad que seamos capaces, las consecuencias que trae la actitud
negativa en nuestra vida personal, familiar, social y laboral. Hacer un
inventario de cómo afecta esta negatividad nuestra vida en su totalidad, nos
permite ver con nitidez qué está ocasionando y cuál es el precio que debemos
pagar si seguimos tercamente en ella.
Al hacer una
lista de gratitud, agradeciendo lo que hemos logrado, lo que somos y lo que
tenemos, todo lo bello y bueno de nuestra vida, encontraremos energía positiva
que nos empuje a continuar con el cambio de actitud.
Las
afirmaciones positivas que se desprendan de nuestro inventario, también
contribuyen a mejorar nuestras predisposiciones positivas. Si en el inventario,
tipo FODA, hemos encontrado que somos intolerantes, impacientes, que nos sentimos
víctimas o que somos perfeccionistas, entonces podemos elaborar un conjunto de
afirmaciones que colocamos en un lugar visible que nos recuerde leerlas todas
las mañanas y antes de acostarnos:
- Hoy
seré tolerante, comprenderé a los demás más que buscar que me comprendan.
- Hoy
tendré paciencia, disfrutaré cada cosa que haga evitando esa desesperación por
hacer todo rápido que me angustia e impacienta. Lo tomaré con calma y buen
humor.
- Hoy
no seré una víctima. Aceptaré que yo permito muchas de las cosas que ocurren.
Pensaré que todos somos víctimas de víctimas, en una cadena interminable que me
demuestra que no hay mártires ni inmolados, sino personas responsables de sí
mismas y de sus actos y de las consecuencias que esos actos condicionan.
- Hoy
dejaré de creerme perfecta/o. Hoy seré humana/o y, por lo tanto, falible, con
aciertos y errores. Hoy seré una persona con luces o virtudes y con sombras o
defectos. No necesito imponer mi manera de ser a todos.
Además de
las afirmaciones, compartir con otra persona lo que hemos descubierto de
nosotros mismos en el inventario trae grandes beneficios personales. Puede
darnos mucha vergüenza mostrarnos vulnerables con un interlocutor elegido por
nosotros mismos, pero trae también, una enorme posibilidad de intimidad y de
liberación. Decir lo que nos pasa en voz alta a otra persona, ya de por sí, es
toda una catarsis. Compartir lo que vivimos, sentimos y pensamos nos liberará
en algunos aspectos y será nuestro trampolín a mayores niveles de confianza y
apertura, a la creciente libertad de poder ser nosotros mismos.
Por último,
también será de mucha utilidad hacer una lista de todas aquellas personas a las
que les hemos hecho daño con nuestro comportamiento negativo y estar dispuestos
a enmendar el daño que les causamos. Primero, hacemos la lista. Después, nos
acercamos y reparamos el daño.
Cada noche
al acostarnos, revisamos someramente cómo nos ha ido hoy y establecemos en qué
y cómo podemos seguir mejorando. Pedimos ayuda a las personas en las que hemos
confiado y a aquello que hemos concebido como fuerza superior, que subyace en nuestra
filosofía o valores positivos de hoy.
Una de las
invalorables herramientas de todos los grupos que trabajan sobre la base de los
12 pasos de la recuperación, es ayudar a otra persona en la misma condición que nosotros. O sea que, si
conocemos a alguien con características similares a las nuestras, poddemos ofrecer
ayuda. Si la aceptan bien, y si no, también. No hacernos expectativas nos
dispone al desapego y al desapegarnos, sufrimos menos, ya que nada ni nadie nos
decepciona.
Resumiendo: Todo
cambio comienza con la rendición, admisión y aceptación de la característica
personal que nos agobia y daña; y termina con la aceptación plena de quiénes
somos, de los aspectos positivos y negativos que descubrimos al hacer un
inventario personal, así como aceptando ayudar a los demás y que nos ayuden,
aceptando vivir un día a la vez para contrarrestar las angustias de lo
incierto, aceptando lo que nos pasó e incorporándolo creativamente en nuestro
presente (que es lo único que tenemos en realidad). Probemos. No creamos en
nada si no nos funciona, pero démonos una oportunidad y pongámonos en acción.
Fuerte
abrazo y hasta pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario