viernes, 4 de marzo de 2022

Tratemos con equidad a las chicas y a los chicos

En el artículo anterior, cuestionamos muchos asuntos relativos a nuestro trato cotidiano con los chicos y chicas con quienes nos encontramos, sean estudiantes del colegio o nuestros hijos e hijas en nuestros hogares.

¿Qué ocurre? ¿Por qué tantas preguntas? Porque hemos constatado que muchos de nosotros, en la vida diaria, contradecimos sin querer, lo que aparentemente tenemos claro en teoría.

Todos, de alguna manera, dado el nivel cultural y el compromiso con diferentes instancias de solidaridad en lo político y social, hemos trabajado o nos hemos informado de conceptos tales como: machismo, feminismo, equidad de género, masculinidad, femineidad, masculino y femenino; al tiempo que hemos sido testigos, activos o pasivos, de la polémica entre “enfoque de género” y lo que un sector se empeña en tipificar como “ideología de género”.


Es prudente y necesario volver a revisar estas nociones, tener claridad y solvencia al tratar con ellas, para ser parte positiva de un cambio de mentalidad y de práctica cotidiana en lo relativo a estos temas. Se sugiere a los colectivos a los que pertenezcamos, al Colegio La Casa de Cartón y su comunidad educativa en particular, dialogar ampliamente sobre estos asuntos, revisar bibliografía y data reciente sobre ellos, ya que estos tiempos de transformación así lo exigen. ¿Por qué?

Porque sin darnos cuenta conscientemente, podemos solicitar con mucha frecuencia la presencia de nuestras hijas en las tareas del hogar, ya sean de limpieza, cocina, orden; y ser más permisivos con los muchachos en estos quehaceres. O también, pedirle a nuestros hijos o estudiantes, atender cuestiones de mecánica del carro o de la bicicleta, sacarlos a la calle a hacer compras en mercados y tiendas, fortaleciendo –sin querer o subliminalmente- la asociación de ciertos roles con el género. Los hombres a la calle y en cuestiones de tecnología o ciencia, mientras que las mujeres a la casa y dedicadas a esas labores, todo ello a pesar de ser muy claros teóricamente en estos temas. Repetimos un modelo cultural muy afincado en nosotros, por nuestra crianza, a pesar de tener una opción alternativa en nuestra forma de vida y manera de pensar adoptada por propia voluntad.

Es humano tener contradicciones. Por esto mismo, el objetivo de estas líneas es proponer la revisión de estos aspectos tan importantes ligados a la aceptación del propio cuerpo o esquema corporal, a sentirse bien con nuestra parte física y lo que esta nos permite hacer y ser, a lograr una identidad saludable en base a la aceptación plena de uno mismo tal cual somos como personas totales, así como a lidiar con los condicionamientos socio culturales respecto a qué es ser mujer y qué es ser hombre.

Sabemos que actualmente este tema requiere de especial tino y sensatez en su trato, porque hay un despertar cultural que no había antes y este permite una libertad mayor en los estudiantes para escoger a qué género quieren pertenecer o se sienten de acuerdo a su esquema corporal, pero hay que ser cautos: todo ello puede pertenecer a una etapa de desarrollo evolutivo y de influencia cultural, así que sería pertinente decir algo así como “en estos tiempos te sientes chico o chica pero vamos a ver si con el paso del tiempo cambias tu parecer o sentimientos porque en la adolescencia se está en procesos dinámicos de cambios”.



 

El trato diferenciado hacia chicas y chicos puede ser remplazado por un tratamiento horizontal y desprejuiciado hacia ambos sexos. Tomar consciencia de nuestras contradicciones entre pensar y actuar es un primer paso. El estilo de responsabilidades rotativas del colegio es un buen ejemplo de práctica exitosa en la realización de actividades donde no importa si el que las efectúa es hombre o mujer, sino que se busca el que todos conozcan, sean capaces y ejerciten aspectos indispensables para una convivencia democrática efectiva. Por eso la rotación.

Un ámbito decisivo de contravenciones e incoherencias puede evidenciarse en las bromas y chistes. En el desempeño social y laboral diario, muchos nos permitimos bromear con alegría. La idea es reírse con y no burlarse de. Entre los varones, hemos observado una excesiva carga sexista en los chistes.  En ellos, los hombres suelen reír con mayor intensidad cuando se hacen bromas que denigran, hacen burla o prostituyen a la mujer. La mujer como objeto sexual o como inferior sale a relucir con fuerza en bromas y chistes, que terminan siendo mofas, casi todos de índole machista a pesar de la manera de pensar “políticamente correcta” de aquellos que participan en las bufonadas.

Más delicado aún, y por ende reviste mayor gravedad, es cuando las bromas entre docentes o entre estudiantes aluden a cambios de sexo, en el sentido de hacer mujer al compañero. En términos muy explícitos, -y disculpen la expresión, pero es por desgracia, muy usual-, se trata de decirle o insinuarle al otro que es “maricón”. Y con esta palabra se alude a homosexualidad, afeminamiento u otras manifestaciones descarnadas en su vulgaridad sexual.

La carga negativa en relación al “ser mujer” que implica “mariconear” al otro, no hace más que verificar la desvalorización y prejuicios de los varones que bromean así entre ellos o las dudas que tienen sobre su identidad sexual. Lo mismo, en términos de gravedad, ocurre cuando al referirse a una mujer con carácter fuerte, algunos compañeros de trabajo expresan que está “a dieta”, insinuando abstinencia sexual, y que esa es la razón del mal carácter. También pueden aludir a las mujeres con intensa personalidad como “machona”. Prejuicios sin argumentos como éstos, más machistas son difíciles de encontrar.


 

Es urgente revisar estas variables que entorpecen la labor educativa en el colegio, ya que entre broma y broma la verdad se asoma y nos habla de cómo estamos comprendiendo o no, aquello que en teoría decimos respetar y valorar: los derechos humanos de mujeres y hombres por igual, así como la equidad e inclusión como requisito para el desarrollo personal, social, profesional, laboral y cultural pleno de cada ser humano, sin distinción de sexo.  

Si esto ocurre en el terreno de las bromas y chistes, que se supone deberían generar alegría, mas no denigración sexista, imaginémonos ahora lo que puede ocurrir en el terreno de las emociones no tan positivas. El miedo, la ira, el resentimiento, la piconería y la agresión verbal o física podrían estar cargados de componentes sexistas y eso sí, recalentar un ambiente familiar explosivo y saturado, que podría desencadenar en violencia familiar explícita o física, así como en violencia implícita o verbal, ambas no deseables en absoluto. En el escenario escolar, este aspecto viene siendo trabajado muy decidida e intensamente por las autoridades escolares junto con el psicopedagógico. Pero igual, manteniendo la actitud preventiva, volver a darle una mirada a estos temas no estaría de más.

En la comunidad educativa del colegio, se presentan varios casos de separaciones de las parejas, entre las madres y padres de familia. Desearíamos que todos estos alejamientos fuesen respetuosos y dignos, pero no siempre es así. Algunos casos de separación pueden ocasionar un ambiente hostil y tenso con discusiones, maltratos o burlas que generan mucho miedo e inseguridad en las hijas o hijos que se ven envueltos en esta atmósfera nociva. Tener una data de los casos de violencia familiar entre nuestros estudiantes es urgente. Seguramente ya se han tomado medidas al respecto en el colegio.

Por todos estos aspectos, presentados someramente, es importante y perentorio tener un trato equitativo, solidario, democrático y justo con las chicas y chicos, tanto en el colegio como en la casa.


En el próximo artículo, revisaremos cómo está ligada la imagen corporal a la autoestima y cómo afectan los estereotipos a la salud social, en general, y a las relaciones de intimidad y a la salud reproductiva, en particular. Haremos un recuento de estas variables, a la luz del testimonio de Chimamanda Ngozi Adichie, literata y feminista nigeriana, cuyo entorno social presenta demasiadas analogías con el nuestro. Hasta entonces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario