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jueves, 1 de junio de 2023

Inteligencia Artificial - IA

En los artículos de abril y mayo hemos revisado juntos las principales definiciones sobre la inteligencia humana y sus aplicaciones en la vida cotidiana. Vimos cómo de una idea única y general de la inteligencia hemos pasado a una concepción múltiple y variada, especificando distintos ámbitos donde se expresa esta cualidad adaptativa, cognitiva y socio emocional. También consideramos que para que sea realmente útil y práctica en la cotidianidad laboral, estudiantil, familiar y socio cultural, es preciso desarrollar la inteligencia emocional en sus aspectos intra e inter personales. Finalmente, en el artículo anterior, revisamos someramente algunas ideas en torno a la inteligencia animal y lo que estos seres vivos nos aportan en la mejora de nuestra propia existencia como entidades interdependientes al cuidado de nuestro planeta, el hogar de todas las especies vivientes.

Hoy generaremos polémica al plantear un tema muy de moda y de actualidad, pero que requiere una discusión alturada y saludable previendo los pros y los contras que se nos vienen por delante, en un futuro que ya está aquí y ahora. Nos referimos a la inteligencia artificial.

 


Pero, ¿qué significa este concepto? ¿Qué es la inteligencia artificial?

En Google, uno de los buscadores del ciberespacio que opera con este tipo de inteligencia, definen la IA como “una rama de la computación que busca simular la inteligencia humana en una máquina (…). Máquinas que están programadas para llevar a cabo determinadas tareas de forma automática sin la necesidad de que los seres humanos supervisen su trabajo. La inteligencia artificial hace referencia a sistemas informáticos que buscan imitar la función cognitiva humana a través de máquinas, procesadores y software con el objetivo de realizar tareas de procesamiento y análisis de datos. (…) Los sistemas de inteligencia artificial funcionan con algoritmos, al usar técnicas como el aprendizaje profundo y aprendizaje automático para demostrar conductas ´inteligentes´” (1).  

De otra parte, Nuria Oliver, directora científica de la Fundación Ellis Alicante, una de las organizaciones de vanguardia en el manejo de la IA,  nos informa que: “La Inteligencia Artificial (IA o AI en inglés) es “la capacidad que tiene un dispositivo (como un móvil, ordenador o robot) para realizar tareas que generalmente requieren inteligencia humana. En informática, la Inteligencia Artificial es la disciplina donde estudiamos y desarrollamos estos sistemas” (2).

Oliver nos explica que la inteligencia artificial es tan variada y compleja como lo es la inteligencia humana. La IA se propone imitar variados aspectos de la inteligencia humana tales como: la capacidad de percepción, el reconocimiento del contexto, la implementación de respuestas acordes a esa cognición del entorno, la planificación ordenada de secuencias de comportamiento, la resolución de problemas, la creatividad al innovar soluciones, el aprendizaje sostenido de patrones estables y novedosos así como la adecuación a los cambios que estos últimos provocan. En suma, la emulación de las inteligencias múltiples (social, emocional, musical, verbal o lingüística, lógica, matemática, espacial y naturalista) mediante dispositivos fundamentalmente electrónicos de última generación.

La directora científica de la Fundación Ellis que venimos citando, quien ha sintetizado en su artículo mucho de lo publicado en la web sobre el tema, distingue tres tipos de IA de acuerdo al nivel de competencia. Los tipos son: (i) la inteligencia artificial específica o débil, “Que es la que existe hoy en día y que es capaz de hacer muy bien –probablemente mejor que el mejor de los humanos– una tarea o conjunto de tareas previamente acotadas y solamente esas tareas, por ejemplo, jugar al ajedrez”. (ii) La inteligencia artificial general o fuerte, que pretendería emular todas las competencias humanas. “Considero que estamos muy lejos de conseguirlo, si es que se consigue. Sin embargo, no necesitamos IA general para que la IA ya esté transformando profundamente nuestra sociedad”. (iii)  La súper inteligencia, que “sería una IA que superaría a la inteligencia humana, alcanzando en ese momento lo que se conoce como la singularidad. Por definición, al ser una inteligencia superior a la nuestra, no la comprendemos”. 

Y es esta proyección hacia la creación de máquinas de diseño humano con súper inteligencia, la que da inicio a la polémica. Sugerimos a las y los docentes de cada ciclo y en asamblea de profesores, plantearse retos de investigación científica sobra la IA para retroalimentar los proyectos de indagación de las y los estudiantes.

Algunas preguntas que encaminen la reflexión-conversación podrían ser:


-   ¿Qué dispositivos con inteligencia artificial usamos cotidianamente? ¿Son un aporte o generan alguna dificultad? ¿De qué manera aportan? ¿De qué forma provocan inconvenientes?

-   ¿Cómo visualizamos el mundo y las sociedades humanas de aquí a 5 años? ¿A 10 años? ¿A 20 años vista?

-    ¿Qué requieren estos dispositivos y máquinas “inteligentes” para ser producidas? ¿A quiénes beneficia? ¿Significan un costo alto para el planeta y la sostenibilidad de la vida o por el contrario, no generan consecuencias ni daños?

-   Como colegio y como personas, ¿qué tecnologías será necesario implementar en las aulas o espacios de aprendizaje en el corto y mediano plazo?


Estas sugerencias u otras que proponga el equipo docente y administrativo, así como las interrogantes que provengan de los estudiantes, bien podrían orientarnos a considerar estos asuntos que parecían futuristas pero que ya los tenemos delante. 

Observemos atentos y con harta información los acontecimientos que en esta lógica de la tecnología y la ciencia nos traiga el futuro inmediato, para estar claros respecto a posibilidades y riesgos. Que la indagación científica les sea propicia. Hasta pronto.

  

                                                                                             Carlos Ureña

                                                                                 Integrante de EDUCALTER

 


(1)    Fuente: https://www.google.com.pe/search?q=inteligencia+artificial

-        Algoritmos: Son el conjunto de instrucciones informáticas para realizar una acción o resolver un problema específico que recibe una máquina o dispositivo mediante programas cibernéticos (hardware o software). (Google.com)

-        Aprendizaje profundo: Las experiencias a través de las cuales aprenden las máquinas se definen mediante los datos que adquieren y la cantidad y la calidad de estos datos determinan cuánto pueden aprender. La variedad de experiencias y aprendizajes dependerá, en la disciplina de la inteligencia artificial, de la potenciación de las máquinas por el software y el hardware con el que se les programe. (NetApp.com)

-        Aprendizaje automático: Es el proceso mediante el cual se usan modelos matemáticos de datos para ayudar a un equipo (dispositivo o computadora) a aprender sin instrucciones directas. Se considera un subconjunto de la IA. El aprendizaje automático usa algoritmos para identificar patrones en los datos, y esos patrones luego se usan para crear un modelo de datos que puede hacer predicciones. Con más experiencia y datos, los resultados del aprendizaje automático son más precisos, de forma similar a cómo los humanos mejoran con más práctica. (Azure.microsoft.com).


(2)    ¿Qué es la Inteligencia Artificial? Nuria Oliver. Página web de la Fundación Ellis Alicante.

Fuente: https://ellisalicante.org/ia?gclid=CjwKCAjwscGjBhAXEiwAswQqNECm7patuMzDf5ZEa7AYM5ZYNtt1TU40MsRH8iZbm7gydFtkOfJzMxoCPK0QAvD_BwE


(3)     En el mismo artículo, la autora describe detalladamente la cantidad de aspectos de la vida donde ya están vigentes las aplicaciones de la IA. Por poner algunos ejemplos: En la versatilidad de las redes sociales, en facilitar accesos múltiples a información de todos los temas a través de buscadores en internet, en los tutoriales o asistentes que enseñan a utilizar datos o programas o a realizar ciertas funciones específicas, en la administración pública, en el sector salud, en la banca y la economía, en la gestión de “ciudades inteligentes”, en la regulación del tránsito vehicular y transporte público, en la automatización de innumerables industrias, entre otros aportes.

 

lunes, 15 de mayo de 2023

¿Son inteligentes los animales?

Durante siglos, los seres humanos hemos tipificado como no inteligentes o minimizado las habilidades adaptativas, las facultades para aprender y para procesar información de los animales (1). Salvo en aspectos alimenticios, de vestimenta y otros usos prácticos, cuyos aportes han sido bien considerados, los animales fueron seres tipo “objeto” que existían para sacarles provecho y punto. La excepción vino de parte de los grandes inventores, descubridores e investigadores del mundo animal, quienes tras observar minuciosamente alguna habilidad o comportamiento animal peculiar, sacaban lección de ello y aplicaban alguna de esas competencias o conductas en la creación de artefactos, en la obtención de insumos para mejorar el bienestar humano o en generar filosofías y estilos de vida de pleno respeto a la biodiversidad basada en la interdependencia existencial de todas las especies planetarias.

 

Los sapiens nos hemos creído “la cerecita del helado” o “el último vaso de agua del desierto” (2). Ciertas religiones o filosofías han instalado en el imaginario o inconsciente colectivo que la especie humana es lo más perfecto e inteligente que deambula por el planeta Tierra. Pero, contra estas ideas humano-centristas o –simplemente- egocéntricas, los animales aportan por lo menos dos enseñanzas fundamentales. Veamos.

1.      No se conoce a ninguna especie animal –salvo el autodenominado sapiens o humano- capaz de hacer daño adrede a un ser de su misma especie. No se presentan casos de sadismo, tortura o venganza. Y…

2.      Ninguna especie animal depreda su medio ambiente, o a los seres de la cadena alimenticia o trófica que requiere para vivir, al punto de ponerlo en riesgo de extinción.

Estas dos características y los estudios que se vienen realizando a lo largo del último siglo, especialmente los etólogos o investigadores de la conducta animal, nos indican y defienden el hecho de que los animales son inteligentes.

Si la inteligencia es (o puede ser) concebida, tal cual expresáramos en los artículos anteriores de este blog, como “un conjunto de habilidades cognitivas, (emocionales le añadiríamos) y conductuales que permiten la adaptación eficiente al ambiente físico y social”, entonces los animales también son inteligentes (3).


 

Otra vez y al estilo de Gardner y sus inteligencias múltiples, es necesario afirmar que son inteligencias diferenciadas y diferentes. Que no es lo mismo el tipo de relaciones, comunicación y nivel de logros que obtienen los delfines al que alcanzan los elefantes o los grandes simios o los perros. Incluso, ya no se discute la inteligencia de las hormigas o de las abejas, dejando de lado a los mamíferos para mirar de cerca a los insectos. Los peces y las aves también cuentan con dispositivos instintivos para la supervivencia individual y grupal, aunque no sean capaces de innovar respecto a sus condicionamientos o de crear nuevas condiciones, vienen adaptándose a los cambios introducidos por el ser humano a todo nivel. En síntesis, parece ser que todas las especies sobre la Tierra, son capaces de adaptarse al entorno y brindar protección y suministros a sus crías, realizando las adecuaciones necesarias para coexistir en equilibrio así como acomodándose y adaptándose cuando las exigencias lo requieren.

Es preciso reconocer el salto cualitativo que supone la inteligencia humana frente a las inteligencias de las distintas especies animales, pero también sería sabio reconocer la interdependencia de todas las especies que se necesitan e interactúan cautelosamente en la biodiversidad planetaria, siendo el menos cauto y el mayor depredador-destructor aquel que se autoproclama “sabio”, es decir, nosotros los (dizque) sapiens.

Desde el blog del colegio les proponemos una búsqueda activa, dentro de los proyectos o cursos que así lo favorezcan, de información sobre cuan inteligentes son los animales y cuan requeridas son las muestras de afecto y comunicación o uso de instrumentos o herramientas para definir si se es o no inteligente. Los videos sobre animales que se relacionan entre sí con evidentes muestras de cariño a pesar de ser de especies diferentes o aquellos que presentan los abrazos entre humanos y todo tipo de “bestias” (así se les decía equivocadamente), nos inducirían a repensar viejos paradigmas hoy obsoletos.

 

Bastaría con poner un solo ejemplo que abarque la experiencia de muchos de nosotros: todos aquellos que tenemos una mascota en casa, ¿no decimos y compartimos la idea de que a nuestro(a) perrito(a) solo le falta hablar? ¿Eso no es indicador de lo admirables e inteligentes que son?

A mediados del siglo pasado se inició un fuerte movimiento para erradicar el sufrimiento animal, dados los excesos cometidos en las investigaciones “científicas” así como en la elaboración masiva de productos agropecuarios. La ética incluyó a los animales en la defensa de los derechos de todas las especies vivientes, con miras a la superación de una manera de pensar y actuar que viene poniendo en jaque –demasiado cerca del mate- a la humanidad y a toda la biodiversidad planetaria (4).

¿Qué podemos hacer desde la escuela y las familias para contrarrestar estas tendencias? ¿Somos capaces de percibir su sufrimiento y de observar la transparencia con la que expresan sus emociones?  ¿Consideramos inteligentes a los animales?


 

Los motivamos a buscar respuestas en la amplia gama de posibilidades que ofrece internet para indagar por estos temas y así, redescubrir que todos los seres vivos –y hasta Gaia para algunos- sienten, “piensan” o aprenden y procesan información, se adaptan y sobreviven gracias a sus diferentes inteligencias.  

Fuerte abrazo a cada un@ y hasta pronto.

 

                                                                                     Carlos Ureña Gayoso

                    Integrante de EDUCALTER

 

 

(1)    Nos ha sido sumamente revelador el artículo de José Javier Campos Bueno (2004), “La evolución de la inteligencia”, publicado por la Universidad Complutense de Madrid, donde revisa las nociones de inteligencia que hemos venido presentando en artículos anteriores del blog del colegio, y va estudiando la conveniencia y solvencia al aplicarlos a la vida animal. En su trabajo de investigación propone tres característica de la inteligencia muy sólidas y sustentables: la habilidad de adaptación, la capacidad de aprender, así como la de procesar la información aprendida. Menciona a los grandes estudiosos de la vida animal: Darwin (1872), Romanes (1882), Mackintosh (1994), Pearce (1997), Lorenz (1971), entre otros, para ir discutiendo la factibilidad o no de diferentes modelos conceptuales en la comprensión de las inteligencias animales.

Campos Bueno, José Javier (2004), La evolución de la inteligencia. In Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre. Comunidad de Madrid, Museo Arqueológico Regional, Madrid, pp. 102-119. ISBN 84-451-2655-5

Fuente: https://eprints.ucm.es/id/eprint/11648/1/103_LA_EVOLUCION_inteligencia.pdf

Les transcribimos el resumen del estudio de Campos, para motivar al lector a buscar el enlace y leerlo completo (*).

 

(2)    El dicho criollo original alude a ser o sentirse “la última coca cola del desierto”. Esa alegoría se implantó en el imaginario popular cuando coca cola era “la chispa de la vida”. Hoy sabemos, existe amplia información científica que lo refrenda, que la gaseosa en cuestión se encuentra más cerca de ser la chispa de la muerte que de la vida, por los dañinos componentes que contiene y el impacto negativo sobre el medio ambiente que produce su fabricación.

 

(3)    Ver los artículos de marzo y abril del 2023 del Blog del Colegio La Casa de Cartón.



(4)    Es por todos conocido, y en internet se puede acceder fácilmente a la información publicada en las páginas web de estas instituciones, que las más serias organizaciones del mundo vienen defendiendo los derechos de los animales y la biodiversidad planetaria por lo que son en sí mismos de importantes y porque su defensa implica la sostenibilidad de nuestro estilo de vida, que tendrá que cambiar si deseamos contar con una perspectiva mayor a cien años vista. Entre los grandes defensores se encuentran, entre muchos otros:

-          El Fondo Mundial para la Naturaleza o World Wildlife Fundation (WWF), que se dedica a la conservación de la vida salvaje y de la naturaleza en torno a ella.

-          La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN o IUCN), que es muy reconocida por llevar la Lista Roja que sirve de alerta para ubicar a las especies en mayor riesgo de extinción. 

-          La National Geographic, que difunde con audiovisuales e imágenes el respeto irrestricto a la naturaleza y que ha clasificado a las 14 especies más inteligentes, si eso es posible.

-          El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA o UNEP en inglés).  

-          El movimiento de defensa de los animales “El Gran Simio” de 1993, liderado por Peter Singer, filósofo australiano creador de la Ética y Liberación Animal desde 1975, y Paula Cavalieri, directora de la Revista Etica&Animali. Movimiento, entre otros muchos, que ha aglutinado a personalidades de todos los dominios científicos (etólogos, sociobiólogos, filósofos, antropólogos, juristas, psicólogos), además de políticos y todo tipo de organizaciones y particulares que proponen una visión de respeto irrestricto a la ecología planetaria, a la diversidad biológica y natural en defensa de la vida animal y la naturaleza, incluyendo a los grandes simios, por supuesto, y basada en la Declaración de los Derechos de los Animales de la UNESCO (1977). Estos movimientos han continuado generalizándose en el siglo XXI y son la base del “movimiento verde” en que hoy se depositan las esperanzas de ver un mundo sostenible y ecológicamente viable para todos.  

(*) Resumen de “La evolución de la inteligencia”, de J.J. Campos:

El estudio de la inteligencia animal tiene una historia larga. Desde que Darwin publicara el Origen de las Especies los científicos han estado interesados en comparar la inteligencia humana con la animal. Hoy disponemos de abundantes pruebas de que la idea de un continuo de inteligencia evolucionando desde las formas más simples de vida hasta llega a los primates y los humanos es claramente errónea.

La inteligencia es un concepto resbaladizo y no puede ser considerada como un proceso único y unitario; es más exacto considerarla como un conjunto de habilidades y capacidades que permiten a los animales vivir y adaptarse a sus nichos ecológicos. Algunas de estas habilidades se encuentran ampliamente distribuidas entre los vertebrados. Otras destrezas están peor distribuidas, poco importa si el animal es mamífero o ave –para poseerla o no– ya que son desarrollos específicos para afrontar los retos de un determinado hábitat. Un animal puede adaptarse a su ambiente físico si tiene capacidad para conocer cómo se producen los cambios en su nicho ecológico y posee la habilidad de modificar con su comportamiento dicho mundo natural.

Además, en el caso de los animales sociales moverse en su mundo implica no sólo entender y afrontar los fenómenos naturales o el trato con predadores; aquí la tarea se amplía al mundo social de los congéneres. Por esta razón han evolucionado capacidades como la de observar, o imitar, el aprendizaje social, la inteligencia emocional; o habilidades como ponerse en el lugar del otro o entender lo que piensa, o la capacidad de comunicación o del lenguaje.

La inteligencia social se basa en la comprensión de los fenómenos emocionales que surgen en el mundo social. La inteligencia ha sido caracterizada como una capacidad de los animales para adaptarse a su nicho ecológico, o también como una habilidad para aprender. No obstante, la característica más notable de la inteligencia es, ante todo, la capacidad de procesar información.

Desde esta perspectiva observamos que el nuevo “colectivo de mentes humanas” almacena y transmite información no sólo por medio del cerebro o del genoma sino que también posee la libertad de almacenar y utilizar información extrasomática. ¿Puede ser considerada esta estrategia tan innovadora un salto crucial en la historia de la evolución?

 

 

viernes, 28 de abril de 2023

La inteligencia emocional de Goleman

En los artículos anteriores, hemos revisado distintas formas de comprender y abordar la inteligencia humana. En este artículo, daremos algunos alcances sobre otro aporte decisivo, el de Goleman y la Inteligencia Emocional. El planteamiento de Goleman restó fuerza a los aspectos intelectuales, académicos, lógico-matemáticos y verbales de la inteligencia, para dársela a los elementos emocionales, afectivos, empáticos, asertivos y de relaciones sociales que contiene esta polémica y trascendental suma de aptitudes humanas que es la inteligencia. Veamos.

Habíamos visto, en el artículo inmediatamente anterior a este, que Gardner proponía entre las ocho, las inteligencias: (i) Intrapersonal: referida al manejo personal consciente de aspectos internos tales como: emociones, sentimientos, habilidades y destrezas, actitudes, sesgos de pensamiento, autoconocimiento e introspección, comprensión de sí mismo, aceptación y autoestima; y (ii) Interpersonal: relacionada con la capacidad de empatía con los demás, captando la oportunidad y pertinencia de responder o no a determinadas circunstancias sociales o de vínculo con personas específicas, sean familiares, compañeros de trabajo y/o conocidos o desconocidos del entorno cotidiano.


Un aspecto insoslayable para docentes y familiares, todos educadores, y para cualquier persona observadora y con suficiente experiencia en el trato social, es que cuando una persona está bien consigo misma, se siente satisfecha, agradecida, contenta y su vida tiene sentido o va en camino a realizarse, entonces se acepta y acepta a los demás como son con mayor facilidad. Lo contrario también es válido: aquel o aquella persona conflictiva, en confrontación constante con todo y todos, suele sentirse mal consigo misma, funciona por ego más que por autoestima, su soledad, el miedo o los sentimientos de culpa la llevan de la autosuficiencia pedante a la auto conmiseración vergonzante,  y suele tratar a los demás como se siente ella por dentro: mal. Lo intrapersonal y lo interpersonal van de la mano.

Goleman retoma a su manera estas variables, unificando en lo emocional lo intra y lo interpersonal de Gardner. Afirma que: “La inteligencia emocional empieza con la consciencia de uno mismo y también con la consciencia social. Es decir, cuando somos capaces de reconocer las emociones (y su impacto) en todo lo que nos rodea”.

Se refiere a la capacidad de conectar con nuestras emociones, de gestionarlas tanto para adentro como para afuera; a la facultad de dirigirnos con efectividad hacia nosotros mismos y hacia los demás. Implica la comprensión de que, prácticamente, la mayoría de nuestras decisiones, ideas y comportamientos se basan en las emociones (1).


Para desarrollar la noción de inteligencia emocional, Goleman utiliza cuatro dimensiones que se articulan entre sí, a saber:

1.      La autoconsciencia emocional, que se vincula con el autoconocimiento y la comprensión de lo que nos afecta o involucra demasiado en determinados aspectos, para poder aceptarnos como seres con características tanto positivas, como con retos por mejorar y así, actuar atinada o asertivamente en diferentes situaciones.

2.      La automotivación, que tiene que ver con el entusiasmo y la pasión que ponemos al realizar nuestras labores y avanzar hacia los retos y metas que nos hemos planteado. Supone, también, tolerancia a la frustración y constancia, optimismo a pesar de los contratiempos.

3.      La empatía, que implica la habilidad de conectar con los demás, de ser capaces de ponernos en su situación y comprenderlos o de ser compasivos. Se relaciona, además, con la “lectura” sabia del lenguaje corporal y del “interlineado” en lo que expresan otras personas, así como tratarlos como nos gustaría que nos traten. La empatía podría ser considerada como el eje sustantivo, la dimensión prioritaria de la inteligencia emocional y genera habilidades sociales más profundas.

4.      Las habilidades sociales, que traen consigo lazos afectivos y relacionales más sólidos y eficaces. Suponen, asimismo, tanto obtener información de los demás mediante la empatía, como aplicarla asertivamente en el trato social, ya sea formal (de trabajo o en ambientes públicos) o informal (familia, pareja, amistades).


Para Goleman es necesario ser competentes en las cuatro dimensiones para ser realmente inteligentes emocionalmente. No descarta, en absoluto, las bondades de las demás inteligencias, especialmente de la cognitiva, lógica o racional, pero este campo resulta poco operativo si no va acompañado de destrezas en el terreno afectivo emocional. 

La inteligencia emocional se aprende, como todas las inteligencias, sobre la base de nuestras disposiciones biogenéticas. Y Sobre dicha base se construyen, gracias a una adecuada nutrición, al afecto y contención de las necesidades básicas, al trato de los padres y familiares, así como de la educación temprana y ulterior, las múltiples inteligencias de las que somos capaces. No es coincidencia que algunas definiciones de inteligencia que revisáramos en los artículos de marzo y abril de este año 2023, sean sumamente análogas a las definiciones de aprendizaje.

Educar a nuestras niñas, niños y adolescentes considerando las ocho inteligencias de Gardner, cuyas propuestas de inteligencia intrapersonal e interpersonal convergen, punto por punto, con la inteligencia emocional de Goleman, desde una perspectiva constructivista (Piaget, Vygotsky, Ausubel, Brunner), sería lo más recomendable.


Para educar en esta línea y visión a nuestros estudiantes, así como para reeducarnos nosotros, los adultos a cargo de su formación integral, se sugieren algunas ideas sencillas pero de alto nivel de esfuerzo y compromiso introspectivo, a la manera de un Decálogo: 

(i) Detectar las emociones que subyacen a nuestras ideas y actos. (ii) Ampliar nuestro lenguaje emocional para ser precisos al describir lo que sentimos. (iii) Tomar consciencia de nuestros pensamientos y sentimientos para ser conscientes de nuestros comportamientos y de las emociones que nos motivan. (iv) Buscar benignamente las razones del comportamiento que observamos en los demás; ser más tolerantes y compasivos con ellos y con nosotros. (v) No tomar como personal lo que los demás expresen. (vi) Aceptar que cometemos y cometen errores; dejar de lado el perfeccionismo y la exigencia rígida a nosotros y a otros. (vii) Aceptarnos tal como somos diferenciando nuestras cualidades de nuestros retos por mejorar. (viii) Expresar pensamientos y emociones asertivamente, sin hostilidad, vergüenza o culpa. (ix) Mejorar nuestras habilidades sociales. (x) Soltar las riendas: aceptar que no controlamos nada ni a nadie, a duras penas a nosotros mismos; bajar las expectativas para no desilusionarnos demasiado, aprender a perdonarnos y perdonar.


La activación o reeducación de esta facultad emocional trae consigo la mejora de la salud mental, del desempeño familiar, amical y laboral, así como mayor satisfacción en nuestras relaciones humanas. Una mejor calidad de vida a todo nivel. Aventurémonos a probar o a reprogramarnos y veamos qué resultados obtenemos.    

Fuerte abrazo a cada un@ y hasta pronto.

 

                                                                                     Carlos Ureña Gayoso

                      Integrante de EDUCALTER

 

(1)    Si bien internet nos ofrece un sin número de textos sobre Goleman y sus planteamientos, las citas y parafraseos que utilizamos aquí toman como referencia el artículo: “Daniel Goleman y su teoría sobre la inteligencia emocional”, de Valeria Sabater, publicado en mayo del 2022 en la web La Mente es Maravillosa, donde nos relata parte de la historia del “periodista del New York Times que devino en gurú de la inteligencia emocional”. Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/daniel-goleman-teoria-la-inteligencia-emocional/

lunes, 10 de abril de 2023

Diferentes maneras de ser inteligentes

Aunque las guerras y el maltrato sistemático al planeta Tierra parecieran indicar lo contrario, el sapiens es inteligente.

Incluso en ese terreno minado que implica la fabricación, venta, provocación de conflictos y utilización de armas o en relación a las industrias que envasan enormes cantidades de productos manufacturados, cuyos desechos resultan contaminantes a la larga, la sofisticación de las máquinas usadas o de la tecnología involucrada en dichos quehaceres destructivos estarían evidenciando la capacidad de adecuar el potencial humano al logro de los requerimientos básicos para la satisfacción de necesidades vitales, entre ellas una distorsionada idea de la paz y la seguridad basada en la disuasión y el amedrentamiento. Prácticamente todos los grandes inventos o descubrimientos han tenido algún tipo de vínculo con la guerra para, luego, ser empleados en tiempos de paz mejorando las condiciones de vida en general (1).

Ahora bien, en momentos de no guerra y apelando a una sentida aspiración humana mayoritaria, la de alcanzar ese ideal que propugna la “cultura de paz”, los inventos creados en escenarios bélicos y los elaborados en contextos pacíficos han puesto en evidencia la magnitud de esta singular, mas no exclusiva, competencia humana llamada “inteligencia” (2).


Pero veamos someramente: ¿Cómo se ha ido definiendo la inteligencia?

Definir la inteligencia es una labor polémica. El debate al respecto continúa vigente. Hay quienes plantean que es una facultad unitaria y universal de la mente humana y que puede ser medida a través de test psicológicos. Hay quienes piensan que es una suma de capacidades que permite a las personas ejercer diferentes competencias. Hay otros, por último, que proponen la no existencia de una inteligencia única y universal, sino que ésta es múltiple y versátil.

Cicerón (106-43 a.C) fue quien introdujo el término “inteligencia” al vocabulario universal. La definió como la capacidad intelectual de saber escoger, de elegir adecuadamente (inter = entre y legere = leer, escoger). Inteligente era el que comprende y decide siendo capaz de determinar los contextos y precisar los significados.

Binet y Simon (1905) fueron los primeros en inventar un sistema comparativo para medir la inteligencia a partir del pedido del gobierno francés, que había dado una ley de escolarización obligatoria, solicitándoles establecer un mecanismo que les permitiera identificar a los niños que requerían una atención especial. Así que diseñaron una escala métrica en la que comparaban las respuestas de un niño específico con las respuestas de todo el grupo de su misma edad. Introdujeron, para establecer las comparaciones, el concepto de Edad Mental o grado de desarrollo de la actividad cerebral en conjunto o inteligencia. Si eran coincidentes la edad mental y la cronológica, el coeficiente era 1 y 100 la media de lo que conocemos como Coeficiente Intelectual.  

La norma o normalidad se establece estadísticamente, es decir y tal como nos lo explican en la página web de Neuropediatra: “Las respuestas que nos darán tendrán una distribución normal –conocida como campana de Gauss– y se considerará que el número de respuestas correctas que dé la mayoría de niños de una edad determinada, es el equivalente a la edad cronológica”.

“Se considera que la inteligencia es normal cuando el CI de una persona está entre 85 y 115. Las personas con un CI por debajo de 85 empiezan a tener dificultades en su desempeño intelectual y se habla de discapacidad intelectual, por encima de 115 se habla de inteligencia superior”, redondean la explicación los autores de Neuropediatra (3).



El Coeficiente Intelectual medía y mide aspectos académicos ya que estas pruebas “nacieron” para solucionar temas educativos. Las inteligencias lógica, verbal y numérica o matemática eran las privilegiadas en estas pruebas o tests. Se creía que las capacidades de razonar y resolver problemas eran las claves de la inteligencia, una especie de elementos sustantivos de la inteligencia, presentes en todos los individuos, universales o generales en ese sentido. 

En 1920, Thorndike fue una voz solitaria cuando enfatizó las habilidades para comprender y motivar a otras personas como lo sustantivo de la “inteligencia social”. El mundo académico seguía fascinado frente al impacto que había tenido el método del coeficiente intelectual, así que sus ideas tendrían que esperar a que Wechsler y, más aún, Goleman, las retomaran.

Por su parte, Terman (1921), definió la inteligencia como la capacidad para pensar de manera abstracta. Se continuaba enfatizando la concepción unitaria y universal de la inteligencia. Igual pasó con Spearman (1927), quien estableció que el factor cognitivo general de la inteligencia, o factor G, es una habilidad fundamental que se encuentra presente en toda actividad mental y que energiza todas las tareas no automáticas.  El test de Raven, que tanto hemos utilizado en el colegio, mide específicamente este factor general de la inteligencia y los aspectos propiamente académicos ligados a la educación, las tres lógicas especialmente: verbal, matemática y lógica pura, a partir de elementos visuales y espaciales mediante una secuencia progresiva de matrices.


Todavía pasarían décadas hasta incorporar cuestiones relativas a la aplicación real de las competencias ligadas a la inteligencia. Además de los aspectos lógicos, matemáticos y verbales relativos al intelecto o el mundo académico, la incorporación de aspectos adaptativos, relaciones sociales, imaginación, creatividad, habilidades motoras, autonomía, autoestima y vida emocional demorarían un poco, pero, por fin, serían valoradas posteriormente como partes integrales de la inteligencia.

Ese proceso lo desarrolló Wechsler (1944), al definir la inteligencia como la capacidad para actuar con un propósito concreto, pensar racionalmente y relacionarse de forma eficaz con el ambiente, dejando claro –además-, que ningún test de inteligencia sería válido si no se tenían en cuenta aspectos emocionales, retomando los alcances pioneros de Thorndike y la inteligencia social. El mérito de este psicólogo rumano estadounidense fue el de diseñar pruebas psicológicas para adultos y niños donde convergen múltiples elementos o capacidades, convirtiendo la noción de inteligencia en una sumatoria de aspectos importantes que se correlacionan entre sí.

Al igual que la tendencia general, la sumatoria de aspectos correlacionados del Test de Wechsler permite establecer un coeficiente de aptitud general (CI), pero discrimina cinco dominios cognitivos específicos: (i) Comprensión verbal: semejanzas, vocabulario, información, comprensión. (ii) Viso espacial: cubos, puzles visuales. (iii) Razonamiento fluido: matrices, balanzas, aritmética. (iv) Memoria de trabajo: dígitos, secuencia de dibujos, letras y números. (v) Velocidad de procesamiento: claves, búsqueda de símbolos.

El esquema de Wechsler parece muy similar a otros centrados en la búsqueda de un coeficiente, pero la observación del comportamiento del evaluado antes y durante las pruebas, así como de su historia personal familiar, constituye una fuente información socio emocional muy relevante para comprender los resultados.

Jean Piaget (1952), define la inteligencia como la capacidad de mantener una constante adaptación de los esquemas del sujeto al mundo que lo rodea. Su comprensión de la inteligencia es bastante más dinámica y va adecuándose a los cambios y al movimiento permanente de los esquemas (estructuras mentales que pueden ser transportadas, sistematizadas y organizadas mediante el aprendizaje, la asimilación y la acomodación).  


Desde su enfoque, la psicología genética, Piaget considera la inteligencia humana como un proceso de índole biológica con anclajes en la herencia genética, valga la redundancia. El organismo vivo humano afronta un medio físico al cual necesita adaptarse. Para ello, con las estructuras biológicas y la capacidad de aprendizaje, asimila (incorpora a esquemas pre existentes) y acomoda (modifica los esquemas para adecuarse a las exigencias del medio), alcanzando la adaptación como resultado.

Esta reestructuración cognitiva permanente va logrando niveles de equilibrio, que vuelven a resquebrajarse ante nuevos conflictos cognitivos y así, sucesivamente, la inteligencia y el aprendizaje continúan ad infinitum.

Gardner (1983), dio un giro a las maneras de entender la inteligencia al plantear que no existe una noción unitaria o que abarque en un solo concepto la totalidad de esta cualidad humana, si no, que hay diferentes inteligencias de las que poseemos alguna más desarrollada o diferentes grados de combinación de varias de ellas a la vez. Son inteligencias independientes que aplican a los diversos campos vitales. La “Teoría de las Inteligencias Múltiples” de este autor, explicita que “al menos existirían ocho tipos distintos de inteligencia, cada uno adaptado a un área específica de la vida”, tal como nos explican en la página web “Concepto de” (4).

“Gardner y sus colaboradores podrían afirmar que Stephen Hawking no posee una mayor inteligencia que Leo Messi, sino que cada uno de ellos ha desarrollado un tipo de inteligencia diferente”, nos dice el psicólogo Bertrand Regader en la web de “Psicología y Mente” (5).

En el próximo artículo del blog del colegio profundizaremos en Gardner y sus ocho inteligencias, así como en Goleman (1995) y la inteligencia emocional. Pero baste decir aquí que las inteligencias intra e inter personales de Gardner presentan muchas analogías con la inteligencia emocional de Goleman.


La tesis doctoral de Wayne Payne, titulada “Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional”, significó la aparición del término en el universo científico. Diez años después, Goleman produciría un brillante tratado al respecto. 

Valeria Sabater (2022) de “La mente es maravillosa”, parafrasea a Goleman sobre la inteligencia emocional:

“De poco nos sirve un cerebro brillante y un elevado cociente intelectual si no entendemos de empatía, si no sabemos leer emociones propias y ajenas. Ser extranjeros del propio corazón y de esa conciencia social donde aprender a conectar, a gestionar el miedo y a ser asertivos es dejar de lado valiosas capacidades. Porque la inteligencia emocional es, lo queramos o no, un pilar esencial para ser felices” (6).

Otro aporte importe lo dio Stemberg (1986) con la Teoría Triárquica de la Inteligencia. En ella afirma que la inteligencia es multiforme, es decir, presenta una forma analítica, otra creativa y una última práctica.

Passer y Smith (2007) proponen que la inteligencia es la habilidad para adquirir conocimientos, pensar y razonar con eficacia, y manejarse en el entorno de modo adaptativo.

Esta última definición no está lejos de aquella que según internet, al pedirle información general sobre la inteligencia humana, coloca como una precisión general.

“Una definición de inteligencia que probablemente es la más apropiada en el estado actual de nuestros conocimientos es la siguiente: Inteligencia es un conjunto de habilidades cognitivas y conductuales que permite la adaptación eficiente al ambiente físico y social”.


 

En el próximo artículo, además de las propuestas de Gardner y Goleman, revisaremos en primer lugar, las características de la inteligencia, deslindándola de la inteligencia animal y de la artificia o cibernética. Hasta luego.

 

                                                                                     Carlos Ureña Gayoso

                    Integrante de EDUCALTER

 

(1)   En la página web de las Naciones Unidas, bajo el rubro “Paz, dignidad e igualdad en un planeta sano”,  puede leerse, en relación a la paz y la seguridad como primer enunciado que: “La principal motivación para la creación de las Naciones Unidas, cuyos fundadores habían sufrido la devastación de dos guerras mundiales, fue evitar las generaciones venideras del flagelo de la guerra. Desde su creación, se ha pedido ayuda a la ONU tanto para que evite que las disputas concluyan en guerra, como que ayude a restaurar la paz cuando los conflictos armados ya han estallado o que promueva la paz duradera en sociedades que acaban de salir de una guerra”.

Fuente: https://www.un.org/es/global-issues/peace-and-security

(2)  La UNESCO, en “Cultura de Paz y No Violencia”,  afirma que “La construcción de una cultura de paz y desarrollo sostenible es uno de los objetivos principales del mandato de la UNESCO. La formación y la investigación para el desarrollo sostenible están entre sus prioridades, así como la educación para los derechos humanos, las competencias en materia de relaciones pacíficas, la buena gobernanza, la memoria del Holocausto, la prevención de conflictos y la consolidación de la paz”. Estos son los componentes de la Cultura de Paz promovida por las Naciones Unidas, de la que la UNESCO es la oficina especializada en Educación, Ciencia y Cultura. 

        Fuente: https://es.unesco.org/themes/programas-construir-paz

(3)     Página web de Neuropediatra: https://neuropediatra.org/2016/02/01/que-es-la-inteligencia/

(4)     Fuente: https://concepto.de/inteligencia/#ixzz7xKX33dUI

(5)     Bertrand Regader (2015). “La Teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner”. En Psicología y Mente. Fuente: https://psicologiaymente.com/inteligencia/teoria-inteligencias-multiples-gardner

(6)     Valeria Sabater (2022). “Daniel Goleman y su teoría de la inteligencia emocional”. En La Mente es Maravillosa. Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/daniel-goleman-teoria-la-inteligencia-emocional/