miércoles, 25 de septiembre de 2019

Historias deportivas - Primera parte



Hace algunas semanas terminaron las Olimpiadas de La Casa de Cartón. La actividad física que suponen las disciplinas deportivas realizadas, con todas las saludables repercusiones en la actividad mental y espiritual, se hizo patente con la participación de todo el estudiantado del colegio en esta fiesta deportiva, gimnástica y atlética.
También acaban de ser clausurados los XVIII Juegos Panamericanos – Lima 2019, con ceremonias de inauguración y clausura excepcionales por el bagaje cultural evidenciado en música y danza especialmente, así como en representación de leyendas ancestrales. Participaron 41 delegaciones de países americanos en 39 disciplinas deportivas. Treinta y un países obtuvieron al menos una medalla. En el cuadro final o medallero, ganó Estados Unidos por amplia ventaja (120 medallas de oro y 293 en total). Segundo salió Brasil (55 medallas de oro y 171 en total); tercero México (37 de oro), seguido por Canadá (35 de oro) y en quinto lugar Cuba (33 medallas de oro). Argentina y Colombia les siguen.



El Perú ocupó el noveno lugar en el cuadro general con 11 medallas de oro, 7 de plata y 21 de bronce; 39 medallas en total. Según opiniones de expertos, éste fue el mejor desempeño de nuestro país en los Juegos Panamericanos.
El 23 de agosto se dará inicio a los VI Juegos Parapanamericanos, también en Lima, con 33 delegaciones y 17 disciplinas deportivas en competencia. Pero, veamos ¿de dónde nacen las iniciativas para realizar eventos internacionales de competencias deportivas?
Las competencias deportivas o juegos olímpicos comenzaron en la Antigua Grecia en el año 776 a.C; hace 2,795 años. A la ciudad de Olimpia, al pie del monte Olimpo –hohar de los dioses griegos-, llegaban personas de toda Grecia, para ver los juegos. Estas competencias eran muy distintas a las de ahora, pero se mantiene el espíritu olímpico[1].


Durante mil años, cada cuatro veranos, la gente de todos los rincones de la antigua Grecia llegaba a las tierras sagradas de Olimpia, al oeste de Atenas, a ver los juegos deportivos. Las competencias generaban gran entusiasmo en todos los confines de los pueblos que conformaban el viejo imperio. Llegaban, en barco, a caballo o a pie, miles de personas a celebrar lo que en un inicio fue una fiesta religiosa dedicada a Zeus, señor soberano del Olimpo (el equivalente al cielo cristiano). Empezaba en agosto y duraba 5 días, donde se mezclaban senadores, generales, filósofos, poetas, escritores, comerciantes, músicos, bailarines y gente de todo tipo, convirtiendo Olimpia en una agitada metrópolis. A pesar de las diferencias y rivalidades entre pueblos o reinos, lo que los unía en los juegos era la religión, la lengua y la pasión por el deporte. Se suspendían durante esos 5 días que duraban los juegos, todas las actividades políticas, económicas y militares.



Desde el año  884 a.C. se declaró una tregua sagrada durante los antiguos Juegos Olímpicos; un armisticio donde cesaban todas las guerras, se suspendía la pena de muerte y así, los competidores se sentían a salvo de cualquier represalia. El rey Iphitus de Elida escuchó al Oráculo de Delfos y acató su mandato de inscribir en cinco aros las condiciones de la tregua. Desde ese entonces, los aros representan a las Olimpiadas y hoy por hoy, son el símbolo que involucra a los cinco continentes participantes.
En esa época se valoraba mucho y se rendía culto al cuerpo humano, a la belleza física y a las expresiones gimnásticas, atléticas y deportivas que el cuerpo hacía posibles. Es por esa admiración corporal que en las competencias participaban los hombres desnudos. Las mujeres no podían siquiera presenciar los juegos, menos aún participar. No había deportes por equipos y al único que se premiaba era al primer lugar. Cualquier infracción era castigada con azotes.
Los nobles, dignatarios y miembros oficiales de las ciudades estados griegas (polis), levantaban sus carpas alrededor del coliseo. La mayoría de asistentes a los juegos dormían en las calles aledañas a la intemperie. El ingreso era libre de acuerdo al rango social y a la capacidad del coliseo (no se vendían entradas).



Todos los días, mientras duraban los juegos, se realizaban ceremonias religiosas, sacrificios; presentaciones musicales, teatrales y de danzas, discursos de filósofos, recitales poéticos, desfiles, banquetes y celebraciones de los ganadores de las competencias.
“Había mucho menos deportes y solo podían competir hombres que hablaran griego, en vez de atletas de todos los países”, explica Miltiades Hatzopoulos, director del Centro de Investigación de las Antigüedades Griegas y Romanas de La Fundación Nacional de Investigación de Grecia (Fuente: Historias y biografías).
En los primeros juegos olímpicos griegos la competencia fue una carrera de 190 metros. Después se añadieron carreras largas (maratones), luchas cuerpo a cuerpo (hoy lucha libre) y el pentatlón, que consiste en competencias de lanzamiento de disco, jabalina, carreras, salto largo y lucha.
Años más tarde, se incorporó el boxeo, carreras de carros y de caballos con jinetes, así como una carrera con armadura puesta.
Cuando el Imperio Romano asimila a Grecia, se perdieron los juegos olímpicos, quedando solo algunas competencias ocasionales de carreras de carros en el coliseo. La lucha de gladiadores reemplazó en Roma, la pasión por el deporte que nos enseñaron los antiguos griegos.
Durante siglos, desde 1012 hasta 1852, se celebraron en Inglaterra los Juegos Olímpicos de Costwold, pero no daban cobertura a la participación de todas las naciones, ni fueron tan multitudinarios como los restaurados por Fierre de Fredy. El profesor francés Fierre de Fredy, más conocido como el barón de Coubertin, se inspiró tanto en las aplicaciones educativas inglesas de los juegos deportivos de Costwold, como en los esfuerzos del arqueólogo alemán Ernst Curtius, quien en 1852 había terminado las excavaciones en Olimpia y sugirió que se repusieran las Olimpiadas. 


Fierre de Fredy, el barón de Coubertin, propuso en su país que los estudiantes aprenderían más y mejor si practicaran deportes en lugar de lecciones de latín, dadas las observaciones  efectuadas en el Reino Unido. Se validó en la práctica su propuesta y  las escuelas empezaron a incorporar juegos organizados y competencias inter escolares. El gobierno francés le pidió al barón que realizara una conferencia internacional de educación física y Coubertin organizó los primeros Juegos Olímpicos Modernos en 1890.
  Gracias al apoyo del prior dominico Henri-Martin Didon, del Colegio Arceuil de París, quien promovía el deporte entre los colegios religiosos motivado por su amigo el barón, se incorporaron a las Olimpiadas lemas como: “Más alto, más rápido, más fuerte”.



                                                                                                                   
Por su parte, Fierre de Fredy, barón de Coubertin, expresó, tras una misa previa a la cuarta Olimpiada moderna de 1908, una de las frases máximas del deporte mundial: “Lo importante en los Juegos Olímpicos no es ganar, sino competir”.   
Es a partir de la reimplementación de los Juegos Olímpicos que en los diferentes continentes empiezan a realizarse competencias deportivas. Europa, Asia, América, África y Oceanía comienzan a tener juegos donde participan todas las naciones integrantes del continente. Entre otras iniciativas, aparecen así, los Juegos Panamericanos en América.






[1] Para toda la historia de las Olimpiadas se han utilizado los datos de “Historia y biografías.com”. Las fotos son de Lima2019.pe

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