Todos los años se celebran
acontecimientos que han quedado grabados en la agenda internacional, por su
importancia para la vida humana y para la preservación del planeta Tierra, nuestro
hogar. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), promueve estas
celebraciones en coordinación con instituciones representativas de cada campo o
área del que es motivo el homenaje. La intención es alentar tanto a las antiguas
como a nuevas generaciones a tomar consciencia de la trascendencia que tienen
los hechos o situaciones que dan lugar a las celebraciones.
La agenda de
enero abarca los Días Mundiales del Braille (04/01), de la Educación (24/01),
de las Víctimas del Holocausto (27/01) y de la Reducción de Gases de Efecto Invernadero
– GEI (28/01). El calendario de febrero destaca los siguientes Días Mundiales:
De la Lucha contra el Cáncer (04/02); de las Legumbres (10/02); de la Mujer y
la Niña en la Ciencia (11/02); de la
Radio (13/02); de la Justicia Social (20/02); y de la Lengua Materna (21/02).
En la
presente entrega para el blog del colegio se quiere dar a conocer la historia
de Louis Braille, que es el testimonio de cómo su fortaleza ante la adversidad
lo llevó a crear el sistema de lectura y escritura para invidentes que lleva su
nombre.
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El 04 de enero fue el Día Mundial del
Braille. El sistema Braille es un medio de comunicación para personas con
ceguera que utiliza celdas con relieves para el reconocimiento de letras o
palabras mediante el tacto. El lenguaje para ciegos, como también se conoce al
Braille, consiste en la manipulación de grabados como la manera más eficaz para
leer y escribir con la que cuentan las personas con discapacidad visual.
Este año, al igual que el anterior,
la ONU junto con la Unión Mundial de Ciegos (UMC), se han unido para
incrementar la concienciación de la importancia del Sistema Braille como medio
de comunicación para la plena realización de los derechos humanos de las
personas ciegas y deficientes visuales.
A los tres años de edad sufrió un accidente que le privó de la vista:
trataba de imitar la labor de su padre en el taller familiar de talabartería y
se dañó uno de los ojos con el punzón que utilizaba para perforar el cuero.
Algún tiempo después, el ojo enfermo infectó el ojo sano y el pequeño Louis
perdió la vista para siempre. A pesar de su deficiencia física, Braille asistió
durante dos años a la escuela de su localidad natal, y aunque demostró ser uno
de los alumnos más aplicados, su familia creyó que el muchacho nunca podría
aprender a leer y escribir, ni acceder a través de la educación a un prometedor
futuro.
Louis Braille
Cuando cumplió los
diez años ingresó en el Instituto Nacional para Jóvenes Ciegos de París, una de
las primeras escuelas especializadas en este campo en todo el mundo, creada con
otro nombre poco antes del estallido de la Revolución Francesa. Las condiciones
del centro eran muy duras; se imponía a los alumnos una severa disciplina que,
sin embargo, no amedrentó el fuerte carácter del joven Braille. En el centro, los
pupilos aprendían algunos oficios sencillos y recibían la mayor parte de su
instrucción de forma oral.
También asistían a
clases de lectura, porque el fundador de la escuela, Valentín Haüy, había conseguido
desarrollar un sistema de impresión de libros con los caracteres en relieve
para permitir la lectura táctil. El método era muy rudimentario: exigía una
impresión individualizada en cobre para cada una de las letras y, aunque los
alumnos podían tocarlas e identificarlas con las yemas de los dedos, no eran
capaces de reproducirlas por sí mismos mediante la escritura.
En 1821, un oficial
del ejército llamado Charles Barbier de la Serre visitó la escuela para
presentar un nuevo sistema de lectura y escritura táctil que podía introducirse
en el programa educativo del centro. Barbier había inventado una técnica básica
para que los soldados pudieran intercambiarse mensajes en las trincheras
durante la noche sin necesidad de hablar, evitando así que el enemigo
descubriera su posición. Su invento de escritura nocturna, bautizado con el
nombre de Sonography, consistía en colocar
sobre una superficie plana rectangular doce puntos en relieve que, al
combinarse, representaban sonidos diferentes.
El joven Louis Braille, que había conseguido avanzar notablemente en sus
estudios y desarrollar un considerable talento para la música, percibió
inmediatamente que las posibilidades del Sonography para la educación de
invidentes pasaban por simplificar el sistema aportado por Barbier. En los
meses siguientes experimentó con diferentes posibilidades y combinaciones hasta
que encontró una solución idónea para reproducir la fonética básica que sólo
requería la utilización de seis puntos en relieve. Continuó trabajando varios
años más en el perfeccionamiento del sistema y desarrolló códigos diferentes
para la enseñanza de materias como la música y las matemáticas.
A pesar de las indudables ventajas que ofrecía para el desarrollo
educativo de los niños ciegos, el método inventado por el joven francés no se
implantó de forma inmediata. Existieron reticencias entre los docentes sobre la
utilidad del sistema, y un profesor de la escuela llegó incluso a prohibir a
los chicos su aprendizaje. Afortunadamente, el veto causó un efecto alentador
entre los alumnos, que, a escondidas, se esmeraban por estudiar las
composiciones de puntos ideadas por su compañero Louis y descubrían que no sólo
eran capaces de leer textos, sino también de escribirlos ellos mismos con un
simple método de fabricación de puntos en relieve. Por primera vez los
invidentes disfrutaban de una autonomía que hasta entonces les había sido
vedada.
Braille se convirtió en profesor de la escuela y se ganó la admiración
de todos sus alumnos. Desgraciadamente, no vivió lo bastante para ver cómo su
sistema se adoptaba en todo el mundo. Enfermo de tuberculosis, murió a los 43
años con el pesar de que probablemente su revolucionario invento desaparecería
con él. No se cumplieron los malos presagios del pedagogo francés, porque ya
eran muchos los que habían descubierto la eficacia de su método. En 1860, el
sistema Braille se introdujo en la escuela para ciegos de San Luis (Estados
Unidos).
En 1868, un grupo de cuatro invidentes, liderado por el doctor Thomas
Armitage, fundó en el Reino Unido una sociedad para impulsar el perfeccionamiento
y la difusión de la literatura grabada en relieve para ciegos. Este pequeño
grupo de amigos creció hasta convertirse en el Instituto Nacional de Ciegos, el
mayor editor de textos en Braille en Europa y la mayor organización británica
para personas con discapacidad visual. En el siglo XX, el método Braille se
había implantado en casi todos los países del mundo.
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