martes, 31 de marzo de 2020

Y ahora ¿qué hago metido en casa?


Para muchos de nosotros, quedarse en casa puede parecerse a lo que siempre soñamos. Teníamos tantísimos asuntos pendientes, que esta cuarentena nos permite hacer montones de cosas que queríamos hacer y no podíamos por falta de tiempo.

Pero para otras personas, el cambio drástico que supone no salir al colegio, al trabajo, al parque, a dar una vuelta por las calles, a visitar amigos y familiares, a pasear al perro o a comprar cuando tenemos necesidad, puede ponernos ansiosos y hasta desesperados en el aislamiento social obligatorio que implica la cuarentena.

Las razones económicas y laborales son una fuente de ansiedad muy fuerte, que puede estresarnos y alterar nuestro carácter, provocando malestar en la convivencia familiar. También podemos sentir como una prueba muy exigente el estar 24 horas con nuestra pareja, si vivimos con ella o él; con nuestros hijos e hijas, si somos papás o mamás; con nuestros padres o con uno de ellos, si somos hijos o hijas; o con algún otro miembro de la familia (abuelos, tíos o primos).

La convivencia es -de por sí- uno de los retos más exigentes y una de las artes más satisfactorias si logramos aplicar valores, principios espirituales y actitudes positivas ante los diferentes aspectos cotidianos que plantea.


 Un primer asunto es rendirse ante los hechos. Dejar de luchar, de rebelarse y de cuestionar o quejarse, ante la imposibilidad de salir, puede permitirnos aceptar de corazón lo que está ocurriendo al margen de nuestra voluntad. Me entrego sin resistencia y acepto las cosas que no puedo cambiar. Me ubico como persona en un mundo en plena epidemia y riesgo de enfermedad y solidariamente decido no salir, no exponerme ni exponer a los que quiero ni a cualquier otra persona.

Darle sentido a lo que nos toca vivir desde la solidaridad, el compromiso, la acción consecuente y responsable, puede ser el primer paso para decidir establecer diferentes momentos o espacios donde canalizar nuestra energía y creatividad para afrontar la cuarentena.


Tener un espacio para uno mismo y usarlo para informarnos de buena fuente de lo que pasa (sin exagerar el tiempo que se le dedica a cualquiera de las pantallas), para leer, escribir, bailar, hacer ejercicio, yoga, meditación o pilates; para dibujar, pintar, cantar o tocar un instrumento; para terminar el trabajo que dejé pendiente o para hacer un reordenamiento de la ropa, la decoración de la casa, de las macetas o del jardín; para implementar depósitos donde reciclar o preparar compost con desechos orgánicos, hacer limpieza general, reparar algo que se malogró, en fin, para un montón de cosas que nos gusta hacer o que tenemos que hacer, así no nos gusten tanto, pero que son nuestra responsabilidad hacerlas.

También resulta útil tener espacios compartidos con la pareja, por un lado, y con los hijos, por el otro. Incluso dedicarle momentos especiales a cada uno de los chicos resulta necesario y altamente positivo. Conversar, preguntarles qué sienten, qué extrañan hacer, para que nos cuenten de sus frustraciones, miedos o cóleras, si eso estuvieran sintiendo; para encontrar una actividad que canalice las energías y disipe el aburrimiento, de ser el caso.


 Reunirnos en asamblea familiar y facilitar que cada miembro de la familia exprese lo que siente y que, con las sugerencias de todos, cada quien formule su plan de trabajo, juegos y estudio para estos días, podría ser una experiencia enriquecedora para la familia. Se puede identificar las responsabilidades personales de cada uno, así como las pautas de seguimiento y evaluación; pero todos –al igual que en el colegio- asumen una responsabilidad ante la familia. También decidimos en asamblea qué actividades podemos hacer juntos. Todas las que ya se han mencionado podrían serlo, si así lo decidimos en conjunto. 

A aquellos que nos convienen los horarios, hacerlos y practicarlos. Y si somos de los que no nos gusta cuadricularnos de esa manera, entonces podemos hacer un listado de todo lo que cada uno se imagina que quiere, puede y debe hacer y cada quien lo va haciendo según le provoque.

En el momento de pareja, el conversar es muy importante. Delegarse entre ambos la supervisión de cada uno de los hijos o hijas, el preparar juntos los alimentos o realizar alguna labor profesional donde se apoyan mutuamente puede resultar satisfactorio.


 Efectuar un “feng chui” de toda la casa resulta muy divertido y liberador. Ver qué se queda y qué se va de la ropa, de los muebles y adornos, de los libros, de los objetos de la cocina y demás ambientes de la casa, permite ganar espacio, limpieza y orden. Si tenemos techo, depósito o patio donde acumulamos objetos, ver qué sirve y qué no y liberarnos o reciclar lo inservible, no es mala idea.

Establecer momentos de trabajo individual, momentos en duplas o tríos y momentos donde todos juntos realicemos una actividad escogida por todos, puede resultar divertido e integrador. Todas las actividades que se han mencionado pueden hacerse también en familia.

Todos los días se puede cambiar de líder. Un día la mamá, otro día cada uno de los hijos, asumimos la organización de las actividades y momentos del día, las que a grandes rasgos y flexiblemente, se pueden ir ajustando. Pedirles a nuestras hijas e hijos que nos enseñen cómo se comportan como líderes y dirigen varias de las actividades del colegio, para adaptarlo a las necesidades de nuestras familias, fortalecerá la autonomía, el protagonismo y la autodisciplina en casa. Hacer autos y heteroevaluaciones, plantearse retos personales y grupales (familiares) y registrar en un cuaderno de vida, bitácora o libreta de campo las ocurrencias del día, hará más sencillo y entretenido el recuento del día o de la semana. 


 Finalmente, les proponemos revisar los fascículos que están colgados en la web del colegio y ver qué principios pedagógicos y qué recursos metodológicos decidimos usar en nuestra familia, para hacer frente a la emergencia. Juntos, en asamblea familiar, se toman las decisiones de qué y cómo; y procedemos a realizar un diseño –tipo proyecto- de nuestra vida en aislamiento.

En el próximo artículo veremos cómo manejar contradicciones y situaciones tensas, así como sugerencias anti estrés, ya que no siempre sale todo como quisiéramos, ni la vida familiar es como la de la familia Ingalls. Cariños y que estén bien.


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