viernes, 28 de abril de 2023

La inteligencia emocional de Goleman

En los artículos anteriores, hemos revisado distintas formas de comprender y abordar la inteligencia humana. En este artículo, daremos algunos alcances sobre otro aporte decisivo, el de Goleman y la Inteligencia Emocional. El planteamiento de Goleman restó fuerza a los aspectos intelectuales, académicos, lógico-matemáticos y verbales de la inteligencia, para dársela a los elementos emocionales, afectivos, empáticos, asertivos y de relaciones sociales que contiene esta polémica y trascendental suma de aptitudes humanas que es la inteligencia. Veamos.

Habíamos visto, en el artículo inmediatamente anterior a este, que Gardner proponía entre las ocho, las inteligencias: (i) Intrapersonal: referida al manejo personal consciente de aspectos internos tales como: emociones, sentimientos, habilidades y destrezas, actitudes, sesgos de pensamiento, autoconocimiento e introspección, comprensión de sí mismo, aceptación y autoestima; y (ii) Interpersonal: relacionada con la capacidad de empatía con los demás, captando la oportunidad y pertinencia de responder o no a determinadas circunstancias sociales o de vínculo con personas específicas, sean familiares, compañeros de trabajo y/o conocidos o desconocidos del entorno cotidiano.


Un aspecto insoslayable para docentes y familiares, todos educadores, y para cualquier persona observadora y con suficiente experiencia en el trato social, es que cuando una persona está bien consigo misma, se siente satisfecha, agradecida, contenta y su vida tiene sentido o va en camino a realizarse, entonces se acepta y acepta a los demás como son con mayor facilidad. Lo contrario también es válido: aquel o aquella persona conflictiva, en confrontación constante con todo y todos, suele sentirse mal consigo misma, funciona por ego más que por autoestima, su soledad, el miedo o los sentimientos de culpa la llevan de la autosuficiencia pedante a la auto conmiseración vergonzante,  y suele tratar a los demás como se siente ella por dentro: mal. Lo intrapersonal y lo interpersonal van de la mano.

Goleman retoma a su manera estas variables, unificando en lo emocional lo intra y lo interpersonal de Gardner. Afirma que: “La inteligencia emocional empieza con la consciencia de uno mismo y también con la consciencia social. Es decir, cuando somos capaces de reconocer las emociones (y su impacto) en todo lo que nos rodea”.

Se refiere a la capacidad de conectar con nuestras emociones, de gestionarlas tanto para adentro como para afuera; a la facultad de dirigirnos con efectividad hacia nosotros mismos y hacia los demás. Implica la comprensión de que, prácticamente, la mayoría de nuestras decisiones, ideas y comportamientos se basan en las emociones (1).


Para desarrollar la noción de inteligencia emocional, Goleman utiliza cuatro dimensiones que se articulan entre sí, a saber:

1.      La autoconsciencia emocional, que se vincula con el autoconocimiento y la comprensión de lo que nos afecta o involucra demasiado en determinados aspectos, para poder aceptarnos como seres con características tanto positivas, como con retos por mejorar y así, actuar atinada o asertivamente en diferentes situaciones.

2.      La automotivación, que tiene que ver con el entusiasmo y la pasión que ponemos al realizar nuestras labores y avanzar hacia los retos y metas que nos hemos planteado. Supone, también, tolerancia a la frustración y constancia, optimismo a pesar de los contratiempos.

3.      La empatía, que implica la habilidad de conectar con los demás, de ser capaces de ponernos en su situación y comprenderlos o de ser compasivos. Se relaciona, además, con la “lectura” sabia del lenguaje corporal y del “interlineado” en lo que expresan otras personas, así como tratarlos como nos gustaría que nos traten. La empatía podría ser considerada como el eje sustantivo, la dimensión prioritaria de la inteligencia emocional y genera habilidades sociales más profundas.

4.      Las habilidades sociales, que traen consigo lazos afectivos y relacionales más sólidos y eficaces. Suponen, asimismo, tanto obtener información de los demás mediante la empatía, como aplicarla asertivamente en el trato social, ya sea formal (de trabajo o en ambientes públicos) o informal (familia, pareja, amistades).


Para Goleman es necesario ser competentes en las cuatro dimensiones para ser realmente inteligentes emocionalmente. No descarta, en absoluto, las bondades de las demás inteligencias, especialmente de la cognitiva, lógica o racional, pero este campo resulta poco operativo si no va acompañado de destrezas en el terreno afectivo emocional. 

La inteligencia emocional se aprende, como todas las inteligencias, sobre la base de nuestras disposiciones biogenéticas. Y Sobre dicha base se construyen, gracias a una adecuada nutrición, al afecto y contención de las necesidades básicas, al trato de los padres y familiares, así como de la educación temprana y ulterior, las múltiples inteligencias de las que somos capaces. No es coincidencia que algunas definiciones de inteligencia que revisáramos en los artículos de marzo y abril de este año 2023, sean sumamente análogas a las definiciones de aprendizaje.

Educar a nuestras niñas, niños y adolescentes considerando las ocho inteligencias de Gardner, cuyas propuestas de inteligencia intrapersonal e interpersonal convergen, punto por punto, con la inteligencia emocional de Goleman, desde una perspectiva constructivista (Piaget, Vygotsky, Ausubel, Brunner), sería lo más recomendable.


Para educar en esta línea y visión a nuestros estudiantes, así como para reeducarnos nosotros, los adultos a cargo de su formación integral, se sugieren algunas ideas sencillas pero de alto nivel de esfuerzo y compromiso introspectivo, a la manera de un Decálogo: 

(i) Detectar las emociones que subyacen a nuestras ideas y actos. (ii) Ampliar nuestro lenguaje emocional para ser precisos al describir lo que sentimos. (iii) Tomar consciencia de nuestros pensamientos y sentimientos para ser conscientes de nuestros comportamientos y de las emociones que nos motivan. (iv) Buscar benignamente las razones del comportamiento que observamos en los demás; ser más tolerantes y compasivos con ellos y con nosotros. (v) No tomar como personal lo que los demás expresen. (vi) Aceptar que cometemos y cometen errores; dejar de lado el perfeccionismo y la exigencia rígida a nosotros y a otros. (vii) Aceptarnos tal como somos diferenciando nuestras cualidades de nuestros retos por mejorar. (viii) Expresar pensamientos y emociones asertivamente, sin hostilidad, vergüenza o culpa. (ix) Mejorar nuestras habilidades sociales. (x) Soltar las riendas: aceptar que no controlamos nada ni a nadie, a duras penas a nosotros mismos; bajar las expectativas para no desilusionarnos demasiado, aprender a perdonarnos y perdonar.


La activación o reeducación de esta facultad emocional trae consigo la mejora de la salud mental, del desempeño familiar, amical y laboral, así como mayor satisfacción en nuestras relaciones humanas. Una mejor calidad de vida a todo nivel. Aventurémonos a probar o a reprogramarnos y veamos qué resultados obtenemos.    

Fuerte abrazo a cada un@ y hasta pronto.

 

                                                                                     Carlos Ureña Gayoso

                      Integrante de EDUCALTER

 

(1)    Si bien internet nos ofrece un sin número de textos sobre Goleman y sus planteamientos, las citas y parafraseos que utilizamos aquí toman como referencia el artículo: “Daniel Goleman y su teoría sobre la inteligencia emocional”, de Valeria Sabater, publicado en mayo del 2022 en la web La Mente es Maravillosa, donde nos relata parte de la historia del “periodista del New York Times que devino en gurú de la inteligencia emocional”. Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/daniel-goleman-teoria-la-inteligencia-emocional/

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