miércoles, 4 de diciembre de 2019

Los siete saberes para el siglo XXI y el incremento de la temperatura planetaria (Primera parte)


 
 El artículo anterior, sobre la alerta de aumento de temperatura dada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), nos remitió a la época en que las Naciones Unidas pasaron de Objetivos de Desarrollo del Milenio a Objetivos de Desarrollo Sostenible, inaugurando en la UNESCO una etapa de despliegue de la Educación para el Desarrollo Sostenible  (EDS). La Cumbre de Johannesburgo del 2002, representó el momento de tránsito y de síntesis de muchas de las tendencias vigentes hasta ese entonces (Educación para una Cultura de Paz, Educación para Todos, Educación para el siglo XXI, Educación Intercultural y similares). En ese contexto, uno de los más destacados y queridos Directores Generales de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, el señor Federico Mayor, quien dirigió la UNESCO entre 1986 y 1999, invitó al sabio Edgar Morin, filósofo, educador y creador del paradigma de la complejidad, para que aporte a la naciente EDS sus conocimientos. Edgar Morin es considerado por muchos como el místico laico de un “evangelio filosófico” para humanistas con consciencia planetaria.




Transcribimos un extracto de las palabras introductorias de Mayor al libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro y presentamos el resumen de estos siete aspectos que Morin enfatizó y entregó al mundo de fines del siglo XX. Resaltamos los saberes para promover cambios en nuestras visiones de hombre, sociedad y especie humana ante los dilemas de la incertidumbre que el propio humano ha originado y que se resiste a dejar en el pasado. Federico Mayor, ex director general de UNESCO manifestó lo siguiente:

“Cuando miramos hacia el futuro, vemos numerosas incertidumbres sobre lo que será el mundo de nuestros hijos, de nuestros nietos y de los hijos de nuestros nietos. Pero al menos, de algo podemos estar seguros: si queremos que la Tierra pueda satisfacer las necesidades de los seres humanos que la habitan, entonces la sociedad humana deberá transformarse. Así, el mundo de mañana deberá ser fundamentalmente diferente del que conocemos hoy, en el crepúsculo del siglo XX y del milenio. Debemos, por consiguiente, trabajar para construir un "futuro viable”. La democracia, la equidad y la justicia social, la paz y la armonía con nuestro entorno natural deben ser las palabras claves de este mundo en devenir. Debemos asegurarnos que la noción de "durabilidad” sea la base de nuestra manera de vivir, de dirigir nuestras naciones y nuestras comunidades y de interactuar a escala global.

En esta evolución hacia los cambios fundamentales de nuestros estilos de vida y nuestros comportamientos, la educación -en su sentido más amplio- juega un papel preponderante. La educación es "la fuerza del futuro”, porque ella constituye uno de los instrumentos más poderosos para realizar el cambio. Uno de los desafíos más difíciles será el de modificar nuestro pensamiento de manera que enfrente la complejidad creciente, la rapidez de los cambios y lo imprevisible que caracteriza nuestro mundo. Debemos reconsiderar la organización del conocimiento. Para ello debemos derribar las barreras tradicionales entre las disciplinas y concebir la manera de volver a unir lo que hasta ahora ha estado separado. Debemos reformular nuestras políticas y programas educativos. Al realizar estas reformas es necesario mantener la mirada fija hacia el largo plazo, hacia el mundo de las generaciones futuras frente a las cuales tenemos una enorme responsabilidad.


   
Resumen de Los siete saberes necesarios para la educación del futuro

Hay siete saberes «fundamentales» que la educación del futuro debería tratar en cualquier sociedad y en cualquier cultura sin excepción alguna ni rechazo, según los usos y las reglas propias de cada sociedad y de cada cultura. Además, el saber científico sobre el cual se apoya este texto para situar la condición humana no sólo es provisional, sino que destapa profundos misterios concernientes al Universo, a la Vida, al nacimiento del Ser Humano.

Primer saber: Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión

Es muy reciente el hecho de que la educación, que es la que tiende a comunicar los conocimientos, permanezca ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error como a la ilusión, y no se preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer.

El conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera que serviría de preparación para afrontar los riesgos permanentes de error y de ilusión que confunden o distraen al que aprende a aprender y conocer.



El mito de que todo lo científico es verdadero (la certeza de la ciencia), por ejemplo, ha permitido que hasta hoy se mantenga la polémica entre qué es alimentarse sanamente y qué no lo es. Los supuestos conocimientos científicos de médicos y nutricionistas pueden servir para que, defendiendo la proteína de origen animal, se favorezca a una industria que procesa las carnes de res y cerdo, principalmente, y que fuera denunciada por la FAO, en el 2015, como generadora de alto riesgo en las enfermedades cancerígenas. Es recientemente que se da el cambio hacia las frutas y verduras como base de una nutrición saludable, con nuevos fundamentos científicos, dejando atrás la ilusión de la carne y los lácteos como maravillas alimenticias. El conocimiento es relativo a una época y a los intereses de quienes pueden estar detrás, financiando las investigaciones.

De la misma forma, pero ubicando el ejemplo en el campo del desarrollo y la producción, es decir, en el aspecto económico, se mide y compara países por su nivel de industrialización o por el Producto Bruto Interno (PBI). De alrededor de 200 países en el mundo, los 20 más ricos de ellos -agrupados en el Grupo de los 20 (G20) y considerados “primer mundo”-, provocan el 78% de los gases de efecto invernadero. Se creyó o se hizo creer que la industrialización traería trabajo y progreso para todos, pero se suma toda la riqueza que produce un país y se divide entre el número de habitantes, de lo que resulta el PBI. En Chile, que presenta el PBI más alto de Sudamérica, la reciente crisis se originó –entre otros factores- en que unos pocos concentran la mayor parte de la riqueza y la gran mayoría estaban endeudados y no satisfacían sus necesidades dignamente. Los promedios suelen se engañosos, provocando errores en la información que se maneja y creando la ilusión de que todo está bien, cuando no lo está.

Segundo saber: Los principios de un conocimiento pertinente

Existe la necesidad de promover un conocimiento capaz de abordar problemas globales y fundamentales, para inscribir allí conocimientos parciales y locales.

El conocimiento por partes o pedazos separados, por cursos o asignaturas, fragmentado según las disciplinas, impide que nos demos cuenta de la relación entre las partes y las totalidades. También hace más difícil que alcancemos una visión global e integral de lo que se quiere saber o conocer.

Es necesario desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto. Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.



Este quizás, no sea un reto para estudiantes y profesores del Colegio La Casa de Cartón. El colegio promueve una manera alternativa de aprender, donde se fomenta la criticidad, el pensamiento divergente, el descubrimiento o la construcción de saberes, induciendo o deduciendo, con una mirada global de las interrelaciones entre hechos, informaciones y áreas. En los primeros dos ciclos, los proyectos dan la integralidad a los conocimientos haciéndolos globales, integrados, relacionándolos unos con otros. En el tercer y cuarto ciclos se complica un poco el abordaje alternativo, por la cantidad de información que los cursos o áreas demandan, pero que se maneja mediante un mega proyecto de investigación donde las áreas brindan los insumos para globalizar los saberes.

La pedagogía del colegio, que se organiza en torno a grandes objetivos de actitudes, de habilidades y destrezas, sobre los cuales se articulan los conocimientos, también implica un abordaje más armónico con la mirada integradora e interdisciplinaria que este “segundo saber” supone.

Fuera del colegio, salvo algunas excepciones, la especialización del saber humano ha ocasionado el estudio parcial y fragmentado de los conocimientos. Cada campo del saber va por su cuenta sin dialogar con los demás, dando demasiada importancia a la herramienta separatista por excelencia: el análisis y la especificidad de cada disciplina. La complejidad del mundo y de las relaciones entre los diferentes aspectos que componen la vida, hizo necesario descomponer en partes para comprender mejor cada aspecto, pero se viene tendiendo en demasía, a descomponer y quedarse ahí; dejando de lado la necesaria reintegración que implica la síntesis. Si las habilidades de análisis y síntesis van juntas, si los procesos de deducción e inducción van juntos, se pasa del todo a las partes o de las partes al todo y se puede alcanzar una visión global del conjunto. De lo contrario, perderse en el o los detalles termina siendo igual a “ver el árbol y no el bosque”.




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