Lo
importante en cualquier vida plena, lo más cercana posible a la felicidad,
parece ser aprender a disfrutar del viaje, más que llegar a los diferentes
destinos, metas u objetivos. Vivir en el presente, aquí y ahora es eso:
disfrutar del proceso, del emocionante viaje de la vida, con todo lo bueno y los
retos o dificultades que traiga.
¿Cómo
puedo aprender a vivir en el aquí y el ahora y enseñárselo a mis seres
queridos? Veamos.
Una
primera pauta puede ser: eliminar los condicionales y expectativas. Cuando
llegue el viernes o el fin de semana, seré feliz… cuando tenga vacaciones, me
sentiré bien… si me aumentaran el sueldo podría hacer esto o aquello… si
descubrieran la vacuna del Covid 19, todo será mejor o volverá la “normalidad”…
y un largo etcétera. Cuando mis hijos e hijas ingresen a la universidad, cuando
mi pareja me trate de distinta manera, cuando tenga carro, entonces ocurrirán
tales o cuales anhelos. Postergar y esperar que algo o alguien cambie o que se modifiquen
las circunstancias, las personas, los lugares o las cosas, ubica fuera de
nuestro alcance las posibilidades de sentirnos bien, satisfechos con nosotros
mismos, tal como somos, en el aquí y el ahora.
De
manera consecuente con esa primera pauta, está la segunda, sin que sean
enumeradas por orden de importancia: podemos y, quizás, debemos aceptar que en
realidad no controlamos nada. La incertidumbre es una certeza y el control de
la vida, las personas, los lugares y las cosas, es ilusorio. Por lo general, parece que tuviéramos gobierno, poder
o control sobre algunos aspectos de la propia vida o de la ajena, pero ante una
eventualidad mayor (fenómenos naturales o pandemias), inmediatamente nos damos
cuenta de lo vulnerables que podemos ser. La fragilidad y el desgobierno total
pueden instalarse en nuestra vida de un momento a otro, en un segundo. Existen
eventos y fuerzas superiores a nuestros deseos, voluntad y capacidad que pueden
desdibujar todo de un día a otro. Por eso es importante estar conscientes y
presentes hoy, en este preciso momento.
Otra
pauta relevante para vivir con plenitud y mayor intensidad es decidir tener
actitudes positivas y principios espirituales que acompañen nuestro devenir por
la existencia. Decidir ser agradecido en lugar de quejumbroso es una base
sólida para una vida plena y total. Si nos permitimos tomar consciencia de lo
privilegiados que somos, podremos sentir gratitud. Cualquier familia, docente y
estudiante que puede participar del proyecto educativo del Colegio La Casa de
Cartón, es parte del 15 % de la población mundial que cuenta con la
satisfacción -más que mínima- de todas y cada una de sus necesidades vitales,
educativas y culturales. Es preciso ser conscientes de esto y cantar, con
Mercedes Sosa u otro de los varios intérpretes, la canción compuesta por
Violeta Parra: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto…”.
Gratitud,
serenidad para aceptar lo que no es posible cambiar, valor para cambiar lo que
es posible y sabiduría para reconocer la diferencia entre lo que podemos y no
podemos cambiar, son componentes de una actitud positiva y agradecida ante lo
que nos prodiga la vida. Los valores del Ideario del colegio: Solidaridad, búsqueda
de verdad, libertad y creatividad en función de una ciudadanía democrática y
medio ambiental, promueven valores o principios espirituales de igualdad,
inclusión, compromiso y justicia social, que dan sentido y orientación a una
vida digna de ser vivida.
Esta
manera de ver la vida y el mundo nos permite sentirnos íntegros en el presente
que nos toca vivir y fortalecer nuestra autoestima. Al valorar más el Ser que
el tener, al respetar respetándonos, al aceptar a los demás aceptándonos, al
amar amándonos, al poner la Solidaridad como eje sobre el que se estructura un
presente común donde importan todos y cada uno de los miembros de la
colectividad humana, podemos acceder más fácilmente a lo vital que nos habita.
Podremos alcanzar con sencillez aquello tan simple y tan inexplicable que nos
mantiene vivos: ese hálito que hace posible respiremos, esa energía que nos da
vida aquí y ahora.
Ante
estas pautas fundamentales, las técnicas que ejercitemos para ser más
conscientes de nosotros mismos y de nuestro entorno, para sentirnos plenamente
vivos, llenos de energía y contentos por ser parte de las mutaciones de un
mundo en pleno proceso de cambios, son secundarias. A algunos les ayuda
concentrarse en la respiración o en la luz de una vela, poner atención en los
espacios vacíos entre ruidos o sonidos, activar todos los sentidos al realizar
cualquier acción cotidiana (hacer con todo el ser), moverse de manera
disparatada para luego concentrarse en las sensaciones corporales, escuchar los
latidos del corazón o pulso, en fin, un sinnúmero de técnicas nacidas del
budismo y elaboradas por la meditación zen, que dieron origen a un amplio espectro
de estilos o escuelas de yoga y meditación, llamadas “mindfulness” en occidente
(“Atención o consciencia plena”). Son accesorias y cada quién, si desea mejorar
su acercamiento al Ser interno o verdadero, puede buscar una modalidad que se
adecue a sus posibilidades.
Si
bien es preciso realizar enormes esfuerzos en la realidad física, el mundo
material, para poder alcanzar estándares de vida dignos, también es urgente
–sobre todo en esta época de grandes cambios que se vislumbran irreversibles-
iniciar un viaje interior en paralelo, para conocernos mejor (conócete a ti
mismo, decían los antiguos, Sócrates sería el iniciador según Platón). Ese
viaje interior al centro de nuestro universo es una experiencia de constante
presente, consciencia y total alerta a nuestro aquí y ahora, al tiempo que a la
exigente solidaridad que demanda el año 2020. Ser solidarios con los demás, sin
duda, aporta también bienestar y continúa siendo el mejor antídoto de las
fuerzas de la vida, la paz y los valores humanos, ante el avasallamiento de la
soberbia, el poder, el individualismo y la guerra, que representan a las
fuerzas de la muerte.
Vivir
en el presente, aquí y ahora; ser conscientes de nuestro cuerpo, mente y Ser;
fluir con la vida aceptando los cambios y la incertidumbre, modificando sólo aquellas
cuestiones en las que podemos influir positivamente; dejar de lado expectativas
y postergaciones para enfocarnos en vivir de acuerdo a los principios y valores
adoptados libre y soberanamente, tomando a la Solidaridad como eje rector de
nuestra práctica cotidiana, definitivamente incrementa y fortalece nuestra
autoestima y contagia la alegría de vivir que sentimos a quienes nos rodean.
Nota: Las fotos son de
la BBC Mundo. El macro cosmos y el
micro cosmos interior, se asemejan.
Imágenes tomadas
del artículo de Kameron Virk, reportera de Newsbeat, del 04 de agosto del 2020,
sobre las ideas de la cosmóloga Katie Mack sobre el origen y el fin del
universo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-53649460