domingo, 21 de marzo de 2021

Adolescencia y pandemia III: Adoptar actitudes positivas frente a las crisis

Las justificaciones, pretextos y excusas para mantener actitudes negativas frente a lo que nos ha tocado vivir y no nos gusta (la pandemia y sus restricciones), pueden ser revertidas por actitudes positivas y una posición constructiva, si asumimos plena y conscientemente la educación que nuestros familiares y el Colegio La Casa de Cartón nos vienen brindando desde que éramos niñas o niños. El colegio y las familias que lo integran se han propuesto “formar personas solidarias, buscadoras de verdad, libres y creativas para una sociedad democrática y un mundo ecológicamente viable”.

En esa lógica: ¿Cómo me convierto en agente de cambio en casa, con mis amigos y amigas y en el colegio? ¿Cómo puedo pasar del bajón y del agobio de la pandemia a ser un aporte dondequiera que esté y con quienes interactúe? ¿Cómo paso del agotamiento y las actitudes negativas a ser un representante digno de esa formación en actitudes positivas, en ser parte de la solución, en ser resiliente y aportativo para mejorar las cosas y no empeorarlas?

Veamos algunas alternativas para pasar de actitudes negativas a positivas. En primer lugar, podemos hacer una auto y una heteroevaluación, para saber dónde estamos, cuál es el punto de partida en el que nos encontramos. El autodiagnóstico puede incluir preguntas del tipo: ¿Qué es lo que más extrañas hacer?, ¿qué te viene enseñando esta pandemia para tu desarrollo personal?, ¿qué cosas valoras ahora más que antes?, ¿qué es lo que más miedo te da? La heteroevaluación puede consistir sencillamente en preguntar a tus familiares y amigos cómo te ven, cómo te perciben y sienten en esta época. También pueden diseñar juntos, entre compañeros de clase e incluso, pidiéndole ayuda a las o los tutores, unas preguntas para establecer nuestra calidad de vida actitudinal aquí y ahora.

En segundo lugar, podríamos mencionar la identidad y la identificación. Si me identifico con los valores de La Casa de Cartón: Solidaridad, Libertad, Búsqueda de Verdad y Creatividad; y con los ejes transversales del colegio: Ciudadanía Democrática y Consciencia Ecológica, entonces ya contamos con un primer paso firme y decidido. Identificarse es sentirse parte de un proyecto, filosofía o estilo de vida, para asumirlo y adoptarlo como propio. Justo en la adolescencia empiezan las opciones que harán posible definirse uno mismo, estableciendo la escala de valores que cada quien escoge para orientar el pensamiento, la palabra y la acción que caracterizará su vida actual y la de las siguientes etapas de la vida. Estas decisiones y elecciones condicionarán, a su vez, la vida social y la afectividad que la acompaña, las responsabilidades y compromisos que contraeremos consciente y voluntariamente. Los valores pueden cambiar, enriquecerse o ampliarse y podemos ser más o menos coherentes con nuestros ideales, pero sentirse identificado, ser parte de un colectivo y adoptar su manera de ser, pensar, sentir y actuar, nos proporciona una vivencia de seguridad, claridad y firmeza enormes.

En tercer lugar, podría estar la gratitud. A pesar de todas esas cosas que están ocurriendo y que pueden frustrarnos, agobiarnos y justificar cierto pesimismo y actitudes negativas, tenemos mucho, muchísimo, por lo cual estar agradecidos. Cuando abrimos los ojos estamos en una cama dentro de una habitación para nosotros solos o compartida con un hermano, con sábanas limpias, con almohada y hasta pijamita. Vamos al baño (¡tenemos uno o más baños en casa!) y sale agua de los caños, contamos con todo tipo de utensilios para nuestra higiene personal, hay desde una ducha con jabón y champú, hasta palitos con algodón en las puntas para limpiar nuestras orejas. Todo tenemos. En la cocina, ni hablar. Baste con recordarnos que podemos elegir el menú. Algunos, incluso pueden ser vegetarianos, y aunque los productos orgánicos encarecen el presupuesto de alimentos, son mucho más saludables. Accedemos a todo lo necesario para una vida de calidad y, en esas maravillosas condiciones, podemos ser tan necios que nos quejamos o regañamos por lo que nos pueda faltar, en lugar de agradecer todo lo que nos regala el esfuerzo de nuestros familiares.

Vemos en la tele, conocemos personas y/o escuchamos a nuestras madres, padres y docentes que la gran mayoría de ciudadanos de nuestro país y del mundo, no cuentan con las facilidades y bienes que nosotros sí tenemos al alcance. Algunos acarrean agua en baldes o recipientes a sus viviendas, las que son tan pequeñas que no permiten independencia o intimidad. Si hay computadora, una tiene que abastecer a todos. No cuentan con celulares, computadoras, tablets y demás artefactos que los conecten al mundo virtual de la educación y las amistades. Algunos tienen que asistir a comedores populares para alimentarse. Realmente, somos privilegiados.

La gratitud y valorar todo lo que tenemos puede permitir que nos sintamos y estemos positivos, aún ante esta “nueva normalidad”. Y eso que solo estamos recordando aspectos materiales. El tener un hogar, así nuestros padres estén separados; el estudiar en La Casa de Cartón, así las clases sean en línea; el tener amigos y comunicarnos con ellos, así sea por dispositivos virtuales; el contar con tiempo de calidad para leer, pintar o dibujar, escuchar o tocar música, hacer ejercicios, cocinar, hacer experimentos, fabricar cosas, reparar algo de la casa y cantidades de cosas que podemos hacer gracias a los medios con que contamos, son aspectos que nos regala la vida y que –si los aprovechamos bien- pueden servirnos de base para desplegar nuestro potencial y lanzarnos a realizar nuestros sueños y anhelos.

Ciencia, técnicas, filosofía, arte en sus múltiples lenguajes, ratos en familia, ratos a solas, conversas con amigos, con la o el enamorado/a, todo tipo de máquinas y equipos para poder desarrollar nuestra creatividad en cualquier campo que nos guste y apasione, entonces: agradecer es la consigna.

Y una de las maneras más efectivas de hacer evidente tu gratitud es hacer algo bueno o bonito por aquellos a quienes quieres. Y mejor todavía, hacer algo por esos compañeros o compañeras de clase que andan medio solitos. Llamarlos y preguntarles ¿cómo están? ¿en qué andan? Y darles un poco de tiempo, nos permitirá convertirnos en personas de cambio.

Inventar en grupo actividades divertidas, crear cuentos o canciones colectivas, jugar juegos en línea e incluir a los más retraídos, son posibilidades a explorar entre compañeros de clase. Y en casa, puedo dialogar con mis familiares para establecer un horario personal, así como una serie de responsabilidades y retos que podemos asumir como miembros de una familia. Como dice la propaganda de la vacunación: “Todos pongamos el hombro”.  

Decidir convertirme en una luz, en un sol y ayudar a los demás con mi sonrisa y buena onda, dándoles mi tiempo e interés, es preferible a cocinarme vivo en mi propio malestar y fastidio. No olvidemos que la mejor manera de expresar el amor que se siente es dando tiempo. Tiempo es amor, digamos.

Y una última sugerencia. Después de la secundaria, muchos de ustedes tendrán la posibilidad de estudiar una carrera, ya sea técnica o profesional, o dedicarse a algún arte o quehacer a nivel de peritos o expertos. Entonces, si eso es lo que viene, ¿no sería interesante ir preparándome para lo que vendrá? Ahora hay un poco más de tiempo y puedo ponerme a investigar qué carrera me gustaría seguir y dedicar parte de mi horario a ello.

¿Tienes un horario? ¿te estás organizando para desarrollar al máximo tu potencial como persona? ¿Quieres ser un sol, luz para ti mismo y tu entorno?

Con todas las herramientas que te ha dado el colegio y tu familia: hábitos, actitudes y valores, habilidades cognitivas e intelectuales, destrezas psicomotrices y artísticas, ¿qué decides hacer con tu vida hoy? ¿Qué esperas para ponerte las pilas?

La pelota está en tu cancha. Y si tuvieses dudas, busca orientación y ayuda, que para eso estamos los adultos de tu entorno que te generen confianza. Tus padres, abuelos, hermanos o hermanas mayores, profesoras y profesores, alguien que tú escojas, si los buscas para hablar de temas importantes, estarán ahí para ti. Hay que sacarlo todo afuera para que adentro crezca vida nueva, cantaba Mercedes Sosa. Fuerte abrazo solidario.


sábado, 13 de marzo de 2021

Adolescencia y pandemia II: Justificaciones y pretextos para asumir actitudes negativas

¿Qué puedo hacer yo, en la pubertad o en plena adolescencia, ante las crisis que estamos viviendo?  

Si nos ubicamos en los polos y consideramos las posiciones extremas que es posible adoptar, podríamos decir que es posible asumir una actitud negativa u otra, por el contrario, positiva. El pesimismo de la negatividad puede ganarnos e impedir que salga lo mejor de nosotros ante la adversidad y que, a pesar de lo que se vive actualmente, mantengamos actitudes positivas (1).

Existen hechos que provoca la misma pandemia, que aparecieron de repente en el escenario mundial y nos cayeron encima de improviso: estado de emergencia, toque de queda y cuarentenas, que limitan la libertad de movimiento, de reunión y de hacer las cosas como las hacíamos. Estos cambios radicales y profundos, que nos acompañan durante el último año, pueden parecer razones justificadas o pretextos válidos para asumir un punto de vista pesimista con las actitudes negativas que conlleva. Veamos:

1.  La presencia de la enfermedad y la muerte se han acercado demasiado a nuestros entornos vitales. Familiares y amigos están siendo afectados por la enfermedad y varios han muerto. La crisis sanitaria es sumamente grave ya que no hay atención especializada suficiente en los hospitales del Estado Peruano y la cobertura particular es carísima, al igual que el oxígeno en balones o compresoras.

2. No podemos salir a la calle normalmente. Se ha hecho necesario salir con un equipo antivirus que recarga el atuendo callejero: tapabocas, protector facial, pomito de alcohol y, al regresar, limpieza de las suelas de los zapatos con lejía. Eso en lo material, pero lo que más desgasta emocionalmente es la actitud de desconfianza (miedo, angustia o “paranoia saludable”) hacia todos los que caminan por las calles: todos me pueden contagiar, así que de todos me he de cuidar. Uff, de solo pensarlo, agota.

3.  El tener periodos de cuarentena (prohibición explícita de salir al exterior de los hogares) o el haberse vuelto sumamente prudente evitar salir innecesariamente o, sencillamente, no salir para nada que no sea urgente, puede modificar a tal punto nuestras vivencias cotidianas que es relativamente fácil: cansarnos de estar en los mismos ambientes, aburrirnos, fatigarnos por esta interminable sensación de amenaza, ponernos intolerantes y hasta agresivos o a punto de explotar. El estrés terminó de inmiscuirse en nuestras vidas o apareció si no lo teníamos.

4.  La espantosa aparición de los NO PUEDO en la cotidianidad de nuestra vida: No puedo salir con mis amigas y amigos ni con mi enamorada o enamorado; no puedo pasear por parques, calles, plazas, malecones ni centros comerciales, ni caminando ni en bicicleta o scooter; no puedo ir al cine, ni a restaurantes, ni al teatro o al estadio. Y un interminable listado de “no puedos” o “no podemos”, que cada uno sabe exactamente cuáles son los que más nos duelen y fastidian. Estas limitaciones son periódicas: hay momentos en que sí es posible salir o visitar lugares, cuando terminan las cuarentenas, pero con hartos cuidados preventivos.

5.  Para las y los chicos y chicas de quinto año, de la mayoría de promociones de los colegios del Perú y el mundo que podían hacerlo, tanto el año pasado como éste, uno de los “no podemos” más frustrante será que no habrá viaje, ni fiesta de promoción, ni ceremonia de graduación “en vivo”, con abrazos y emociones compartidas presencialmente. Todo será virtual, hasta las clases lo seguirán siendo por un tiempo.

6.  El descubrimiento de la sexualidad, dada la invasión de hormonas en el organismo que caracteriza la adolescencia, lleva al creciente interés por las relaciones de pareja. Enamoramientos, coqueteos y salidas juntos para conocerse han quedado circunscritas a la virtualidad. Los abrazos y los besos tendrán que esperar y expresarse solo mediante pantallas.

7.  La permanencia de muchas de nuestras madres y padres en casa también complica un tanto la reciente irrupción de independencia y autonomía. Ellos nos siguen viendo como hijos o hijas (y así los verán siempre) y nos dicen insistentemente lo que debemos y tenemos que hacer, a veces sin considerar lo que podemos y queremos hacer. Mientras que las y los adolescentes quieren ser tratados como adultos, de igual a igual con sus padres y madres, siendo posible que se exijan derechos y libertades, quizás olvidándose de los deberes y obligaciones.

Todas estas justificaciones y pretextos, en fin, excusas para mantener actitudes negativas frente a lo que nos ha tocado vivir y no nos gusta (la pandemia y sus restricciones), pueden ser revertidas por actitudes positivas y una posición constructiva, si asumo plena y conscientemente la educación que mis familiares y el Colegio La Casa de Cartón me vienen brindando desde que era niña o niño. El colegio y las familias que lo integran se han propuesto “formar personas solidarias, buscadoras de verdad, libres y creativas para una sociedad democrática y un mundo ecológicamente viable”.

¿Cómo me convierto en agente de cambio en casa, con mis amigos y amigas y en el colegio? ¿Cómo puedo pasar del bajón y del agobio de la pandemia a ser un aporte dondequiera que esté y con quienes interactúe? ¿Cómo paso del agotamiento y las actitudes negativas a ser un representante digno de esa formación en actitudes positivas, en ser parte de la solución, en ser resiliente y aportativo para mejorar las cosas y no empeorarlas?

Nos vemos en el próximo artículo. Ahí encontrarás las respuestas, aunque –seguro- ya las intuyes. Hasta pronto.

  

(1)    Para la elaboración de los artículos de la serie “Adolescencia y pandemia”, se han utilizado como fuentes de inspiración y transpiración, las siguientes:

-    Página web del Colegio La Casa de Cartón: Quienes somos, nuestra propuesta, nuestra casa, comunidad educativa.

http://lacasadecarton.edu.pe

-       Reunión de capacitación del equipo del Colegio La Casa de Cartón: “Análisis de coyuntura”, a cargo de Pilar Arroyo del Instituto Bartolomé de Las Casas del 01/03/21.

-  “Adolescentes en pandemia”. Una investigación realizada por CHICOS.NET Asociación Chicos.net (Setiembre, 2020).

chicosnet_informe_adolescentes_en_pandemia_2020 PDF

-     “Reuniones. Hartos del encierro, muchos adolescentes se juntan igual entre amigos”. Alejandro Horvat del Diario La Nación (Agosto, 2020).

https://www.lanacion.com.ar/sociedad/reuniones-nid2409314/

-     “El aislamiento pone a prueba la amistad: relaciones fortalecidas, desencuentros y bloqueos en WhatsApp”. Javier Sinay de RED/ACCIÓN (Junio, 2020).

https://www.redaccion.com.ar/el-aislamiento-pone-a-prueba-la-amistad-relaciones-fortalecidas-desencuentros-y-bloqueos-en-whatsapp/

-     “Adolescencia en tiempos de #COVID 19. Cómo viven las y los adolescentes la pandemia por coronavirus y el aislamiento social, preventivo y obligatorio”. UNICEF (Junio, 2020).

https://www.unicef.org/argentina/historias/adolescencia-en-tiempos-de-covid19

-     “¿Cómo afecta a los adolescentes el encierro en el marco de la cuarentena?” Sebastián Urquijo para la Agencia Nacional de Noticias Télam (Mayo, 2020).

https://www.telam.com.ar/notas/202005/466119-opinion-adolescentes-cuarentena.html

-      “El impacto de la cuarentena en la adolescencia”. Oscar Ranzani de Página 12 (Abril, 2020).

https://www.pagina12.com.ar/262312-el-impacto-de-la-cuarentena-en-la-adolescencia

sábado, 6 de marzo de 2021

Adolescencia y pandemia: El contexto

Estimados estudiantes del Tercer y Cuarto Ciclos del Colegio La Casa de cartón:

Hace unas noches, justo antes de dormir, me imaginé cómo habría sido para mi hijo Mateo si esta pandemia le hubiese alcanzado en plena adolescencia y que estuviera cursando aún la secundaria del Cole. Traté de ponerme en el lugar de ustedes, a quienes la crisis mundial les ha dado muy duro en su existencia, de improviso, sin anuncio previo ni alerta roja para prepararse. El día anterior había tenido una experiencia extraña, una ensoñación que me hizo pensar y sentir cómo sería mi propia experiencia y conducta si a la promoción del colegio donde estudié, nos hubiese tomado por sorpresa esta crisis múltiple: sanitaria, económica, alimenticia, política, socio cultural y ética, a los 16 años (ver artículo anterior del blog).

En primer lugar y como cosa básica y elemental, la pandemia nos sorprendió, inmovilizó, cambió brutalmente todo lo que hacíamos y hasta la manera de hacerlo, al tiempo que cuestionó profundamente nuestras convicciones, ideas de la vida y de la muerte, ideales y valores, a todos: mujeres y hombres de todas las edades, desde niñas y niños hasta abuelitos y abuelitas, de todas las condiciones socio económicas y en todos los países del mundo, absolutamente toda la especie sapiens, quedó desnuda, frágil y vulnerable, ante un hecho nunca antes vivido por nuestras generaciones.

Segundo: Lo que más pueden necesitar personas que viven la etapa que ustedes están pasando en este contexto de cambios fundamentales es: transparencia, honestidad al máximo, sinceridad cruda y sin tapujos. Eso significa que los adultos aceptemos que no sabemos qué va a pasar y que no podemos dar una “imagen” de tranquilidad cuando a todos, esta situación nos ha conmocionado y alterado el ritmo de vida “normal”. No tenemos respuestas claras porque no hay claridad aún. No podemos predecir lo que pasará porque ni siquiera sabemos cómo se originó exactamente todo esto. Por ello, ser honestos y mostrar nuestros miedos e inseguridades es más saludable que hacer como si no pasará nada, como si todo fuera a ser como antes o como si supiéramos lo que va a ocurrir.  

Tercero: Era bastante anormal el ritmo de vida supuestamente normal que llevábamos. Anormal por el tremendo descuido al medio ambiente que ocasiona nuestra manera de producir bienes y servicios, por las tantas formas de discriminar y excluir a gruesos sectores de la población, por haberse hecho cotidiana la falsedad y la corrupción descuidando la ética y los valores, por las profundas y abismales brechas entre los que tienen demasiado o mucho y los que tienen poco o nada. En vez de “nueva normalidad” estamos viendo una nueva situación donde se mantienen viejas conductas de desigualdad y exclusión. Los que vienen “pagando el pato” de las crisis son los marginados y con menos recursos; las clases medias también están siendo golpeadas y con fuerza. Pero…

Cuarto: A pesar de la incertidumbre ante el presente y el futuro, la vulnerabilidad ante la enfermedad y la muerte, así como el mantenimiento de brechas y exclusiones, un periodo histórico crítico como el que vivimos permite que, tras el colapso, todo sea posible y que la enorme multitud de personas e instituciones que están planteando mejoras severas en nuestro modo de vida, cambios sustantivos y radicales, vean plasmadas algunas de éstas en el futuro cercano. Si se corrobora científicamente que el cambio climático ha generado directa o indirectamente esta pandemia, entonces todos los esfuerzos anteriores y actuales de la humanidad por revertir el estilo de producción contaminante y destructor del ambiente y el curso de la escalada de acumulación de bienes, dinero y propiedades en muy pocas manos (solo el 15 % de la población mundial accede a todo aquello que otorga vida de calidad), pueda hacerse realidad para alcanzar accesos a bienes y servicios de manera inclusiva, para todos y todas, más democráticamente, con un modo de producción sostenible y ecológico que promueva un mercado al servicio de las sociedades redistribuyendo de acuerdo a esfuerzo y necesidad, desde un enfoque solidario, equitativo y justo.

Quinto:  Las crisis son capaces de derrumbar modelos, estructuras o esquemas de vida, pueden dejar inhabilitados a determinados sectores sociales, afectar a un gran número de personas o –como es el caso de esta pandemia- matar o enfermar de gravedad a seres queridos de nuestro entorno familiar o amical. Pero las crisis también pueden ser vistas como oportunidades de cambio, a pesar del dolor que traen consigo. Estamos viviendo un momento crítico de la historia y es posible abandonarnos al negativismo, la tristeza, el agobio y el pesimismo o apelar a los hábitos, actitudes y valores positivos, a las habilidades cognitivas e intelectuales, a las destrezas motoras y artísticas que trabajamos en La Casa de Cartón, para convertirnos en agentes de cambio en un momento tan delicado como el que nos toca vivir aquí y ahora, pero que exige sacar lo mejor de nosotros para asumir el reto de construir una sociedad mejor, más humana de verdad, más justa y solidaria. 

¿Y qué puedo hacer individual y grupalmente, con mis compañeros de clase u otros amigos y amigas, con mi familia, para aportar a la solución y no ser parte del problema?

Continuaremos, en el próximo artículo, con reflexiones y alcances sobre estos asuntos vitales…