Por primera vez en la historia de la
humanidad, los países han cerrado sus fronteras, han suspendido el tránsito de
aviones, barcos, trenes y autobuses de pasajeros, para que el coronavirus o
Covid 19, no contagie a más personas. El aislamiento social obligatorio o
cuarentena, es una medida para prevenir y combatir la epidemia generalizada o
pandemia. En el Perú se ha declarado el “estado de emergencia” y la cuarentena
nos obliga a quedarnos en casa para evitar contagiar o ser contagiados.
Si no nos movemos libremente por las
calles y nos quedamos en casa, tenemos menos contacto con personas que podrían
estar con el virus. No tocamos lo que otros han tocado, no respiramos el mismo
aire y evitamos que se expanda la enfermedad.
Quedarse en casa es un cambio muy
fuerte y extremo. No estamos acostumbrados a hacerlo -salvo los fines de semana
o en vacaciones- y supone modificar muchas pautas de comportamiento y hábitos
diarios.
Estamos acostumbrados a levantarnos
como si empezara una carrera: correr a preparar el desayuno y las loncheras,
correr a asearse y vestirse, correr al paradero o salir en el auto para ir al
colegio o al trabajo. Estamos mucho tiempo fuera de casa y volvemos por la
tarde, algunos, y en la noche, muchos. El estilo de vida que tenemos puede
llevarnos –incluso- a seguir corriendo al regresar a casa: que la cena, que las
tareas de los chicos, que comprar esto o aquello que falta, que planchar esta o
esa otra prenda y así… al infinito. Una maratón que puede hacernos perder de
vista el sentido y la verdadera dimensión de las cosas, los lugares y
–sobretodo- de las personas con las que compartimos vida.
Hoy nos toca quedarnos en casa. Tenemos
que quedarnos para detener la plaga y este solo hecho, no salir a la calle como
lo hacíamos, modifica profundamente nuestras vidas. Si adoptamos una actitud
positiva ante la alteración de nuestras rutinas y costumbres, podremos apreciar
que podemos aprovechar para bien, el mayor tiempo con que contamos para
nosotros, para nuestras parejas, para nuestros hijos y familia, dependiendo de con
quiénes vivamos.
Sobre este gran giro que viene dando
la vida en estos días de cuarentena, Carlos Palacios, director del Colegio La
Casa de Cartón, nos alcanza algunas reflexiones en su artículo “Tiempos
especiales”, colgado en el Facebook del Cole. Ahí, Carlos nos dice:
“(…) Hagamos de estos tiempos una oportunidad
para mirarnos a nosotros mismos. Hagamos de estos tiempos una oportunidad para
mirarnos con quienes compartimos la casa. Hagamos de estos tiempos una
oportunidad para mirar la casa y aprender, compartiendo tantas cosas sencillas,
pero vitales: aseo, limpieza, preparar alimentos, sentarnos juntos en la mesa,
conversar mirándonos a los ojos con quienes más queremos (…)”.
De todos modos, hay que decir que no
a todos les cae bien este espacio de enclaustramiento familiar. Muchos viven de
lo que producen día a día, no tienen reservas económicas ni de alimentos,
tampoco buen ambiente en familia, sea por el trato entre sus miembros o por el
hacinamiento que produce estrés, especialmente si los niños se aburren o
reclaman atención especial y los padres o madres no están en la mejor
disposición. Parece ser que, inclusive, según Save the Children, podría
incrementarse la violencia intrafamiliar, lo que sería terrible. Por ello
debemos tener en cuenta la Inteligencia Emocional: anticiparnos a la
circunstancia y saber que el maltrato solo empeoraría la situación. Hagamos un
esfuerzo individual en pro del beneficio familiar.
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